Arturo Anguera Vallés, de 50 años y natural de Tortosa (Tarragona), estaba casado y tenía tres hijas. Era comandante del Ejército del Aire y máximo responsable del sector militar aéreo del aeropuerto de Barcelona. Además, era primo del diputado del Partido Popular Juan Manuel Fabra.
El 8 de enero de 1992, el comandante Arturo Anguera Vallés se desplazaba en coche por Barcelona, junto al teniente Luis Javier Bellota Aznar y el soldado Jaime Amposta Masdeu, que conducía el turismo. Cuando circulaba por la calle Palaudarias, sobre las 14:45 horas, dos miembros de ETA que esperaban al vehículo militar saltaron a la calzada y dispararon 26 tiros contra el automóvil y sus ocupantes. Mataron al comandante Anguera e hirieron al soldado Amposta y al teniente Bellota Aznar.
El funeral por Arturo se celebró en la parroquia castrense de Ciutadella, en Barcelona. La tarde del 10 de enero se ofició otra misa funeral por el comandante a la que asistieron más de tres mil personas. Fue enterrado en su localidad natal, Tortosa, donde pusieron su nombre a una calle.
Fernando Díez Torres y José Luis Urrusolo Sistiaga fueron condenados a un total de 82 años y tres meses de cárcel por realizar el atentado contra Anguera y sus compañeros, además de a pagar la indemnización económica correspondiente.
José Anseán Castro, de 38 años, era natural de Lugo. Estaba casado y tenía un hijo de 14 años. Llevaba 12 destinado en el País Vasco y trabajaba como conductor de la Unidad Polivalente, prestando servicios de custodia de edificios públicos y traslado de detenidos.
El 14 de enero de 1992, José caminaba con su esposa hacia la parada de autobús para ir al trabajo en el cuartel del Cuerpo Nacional de Policía de Basauri. En ese momento, dos etarras bajaron de un vehículo y le dispararon.
ETA ya había intentado asesinar al policía unos días antes, pero no tuvo éxito. El matrimonio formado por Juan Manuel Tobalina Rodríguez y María Paulina García Rodríguez había proporcionado información sobre José Anseán al comando Vizcaya. Para perpetrar el atentado, los etarras Kepa Urra Guridi y Javier Martínez Izaguirre, robaron un taxi y encerraron a su propietario en el maletero. Después recogieron a los etarras Iglesias Chouzas y Rojo González y se dirigieron al barrio de Bolueta a por su víctima. Todos ellos serían condenados y obligados a pagar una indemnización.
José Manuel Anseán Pérez, su hijo, se suicidó al conocer la sentencia del asesino de su padre. Tenía 29 años. Desde la muerte de su padre tuvo que recibir tratamiento psiquiátrico. Fue enterrado en el concello de Baleira, junto a su padre.
Broseta, de 59 años, era natural de la localidad alicantina de Bañeres, estaba casado y tenía tres hijos de su matrimonio anterior. Fue licenciado en Derecho por la Universidad Literaria de Valencia en 1955 y se doctoró en la Universidad de Madrid en 1959. En 1964 consiguió la cátedra de Derecho Mercantil de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia.
Fue secretario de Estado para las Autonomías durante el Gobierno de Adolfo Suárez y, entre 1979 y 1982, senador por la provincia de Valencia por Unión de Centro Democrático (UCD). Asimismo, en 1991 había sido nombrado miembro del Consejo de Estado y presidente del Consejo de Cultura de la Ciudad de Valencia. Se le impuso la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio a título póstumo. En 2001, el Ayuntamiento de Valencia le concedió el título de hijo adoptivo de la ciudad. Se creó la Fundación Profesor Manuel Broseta Pons, que desde 1992 entrega anualmente el Premio Convivencia.
ETA decidió asesinar a Manuel Broseta Pons, “al considerarlo objetivo primordial por su gran relevancia” como “miembro del Consejo de Estado español, responsable de la Ley de armonía de las autonomías y miembro del consejo de administración de numerosos bancos españoles”.
El 15 de enero de 1992, Manuel estaba caminando por los jardines de la Facultad de Derecho junto a una alumna para dirigirse a clase. Dos miembros del comando Ekaitz de ETA se acercaron y uno de ellos le disparó en la cabeza y le mató en el acto. Los dos etarras huyeron en un coche robado que cargaron de explosivos y abandonaron en el cruce de la avenida de Aragón con la calle de Amadeo de Saboya. El vehículo estalló mientras era examinado por artificieros. El policía nacional José Vicente Martos fue herido gravemente y estuvo durante más de dos años ingresado en el hospital.
El etarra Francisco Múgica Garmendia, Pakito, y José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, fueron condenados a 30 años. José Luis Urrusolo Sistiaga fue sentenciado a 28 años. Además, debían pagar una indemnización económica a los herederos de Broseta.
El brigada Mas, de 31 años, natural de la localidad valenciana de Buñol, estaba casado y tenía tres hijos. Llevaba cinco años viviendo en Barcelona tras aprobar la oposición por la que ingresó en el Gobierno Militar de Barcelona.
El 16 de enero de 1992, los militares Virgilio Mas Navarro y Juan Antonio Querol Queralt salieron del cuartel de Bruc de Barcelona a las 13:30 horas en el coche de Mas. Se dirigían a la estación de Sants para que Juan Antonio Querol cogiera el tren a Puig, en Valencia, donde vivían su mujer y su hijo. A la altura del cruce de las calles Jordi Girona y Teniente Coronel Valenzuela, los etarras José Luis Urrusolo Sistiaga y Fernando Díez Torres les dispararon 34 tiros. Murieron en el acto.
En el momento del atentado las calles estaban llenas de gente, sobre todo de estudiantes. Los terroristas se dieron a la fuga en un coche robado.
Al día siguiente se celebraron los funerales por los dos suboficiales en la capilla militar del parque de Ciutadella en Barcelona, a los que asistieron unas 400 personas. Fue enterrado en el cementerio de su localidad natal, en Buñol.
Los etarras Fernando Díez y Urrusolo Sistiaga fueron condenados a 69 años de reclusión y a dos penas de 29 años de reclusión mayor. Además debían indemnizar a los herederos de las víctimas.
Véase también Juan Antonio Querol Queralt.
Juan Antonio Querol, de 37 años, era natural de San Rafael del Río en Castellón. Estaba casado y tenía un hijo. Era clarinetista en la banda del Gobierno Militar de Barcelona. Vivía entre Barcelona, donde trabajaba, y Puig (Valencia), donde vivía su familia.
El 16 de enero de 1992, el sargento primero Juan Antonio Querol Queralt y el brigada Virgilio Mas Navarro fueron tiroteados por dos etarras que les esperaban a la salida del cuartel de Bruc, en Barcelona.
Ese mismo día, un funcionario de la prisión de Jerez de la Frontera recibió un paquete-bomba remitido por ETA que pudo ser desactivado tras levantar sospechas en el personal de Correos.
Relato completo del atentado en Virgilio Mas Navarro.
Francisco Carrillo García estaba soltero y era natural de Madrid. Con 9 años se trasladó a Foz, en Lugo, con su familia. Cuando acabó de estudiar Secundaria, se mudó a Madrid, donde estudió óptica antes de incorporarse al servicio militar. Cuando fue asesinado, estaba haciendo la mili en la Compañía de Autos de la Unidad del Cuartel General Regional del Campamento Quintana Lacaci.
El 6 de febrero, a las 8:35 horas, Francisco Carrillo García, de 22 años, conducía un vehículo militar en el que viajaba con otras cuatro personas en dirección a la sede de la Capitanía General, en la calle Mayor de Madrid. A pocos metros del edificio explotó un coche-bomba accionado a distancia por un etarra. La onda expansiva destrozó la furgoneta militar y mató a los cinco ocupantes. Francisco fue enterrado en el cementerio de La Almudena.
Los etarras Gonzalo Rodríguez Cordero y José Gabriel Zabala fueron expulsados durante el juicio por provocar desórdenes diversos.
Relato completo del atentado en Emilio Domingo Tejedor Fuentes.
Véase también Ramón Carlos Navia Refojo, Juan Antonio Núñez Sánchez y Antonio Ricote Castillo.
Ramón Carlos Navia era natural de Pontevedra, estaba casado y tenía dos hijas de 19 y 14 años. Estaba destinado en el Estado Mayor del Cuartel General de la Región Militar Centro. Había acabado el servicio militar en Capitanía General el mes anterior al atentado. Fue enterrado en el cementerio madrileño de Carabanchel.
El 6 de febrero de 1992, varios miembros del comando Madrid de ETA estallaron un coche-bomba en el cruce de la calle Segovia y la plaza de la Cruz Verde, al paso del vehículo oficial en el que viajaban otros tres militares y un civil, en dirección a la sede de la Capitanía General, en la calle Mayor de Madrid. La explosión mató a los cinco ocupantes.
La tarde del atentado se concentraron en la Puerta del Sol de Madrid miles de ciudadanos para expresar su repulsa contra el terrorismo de ETA.
Relato completo del atentado en Emilio Domingo Tejedor Fuentes.
Véase también Juan Antonio Núñez Sánchez, Antonio Ricote Castillo y Francisco Carrillo García.
El capitán de Caballería Juan Antonio Núñez, de 54 años, era natural de la localidad salmantina de La Alameda de Gardón. Estaba casado y tenía un hijo de 26 años, también militar, y una hija de 23. Estaba destinado en la Capitanía General.
El 6 de febrero, a las 8:35 horas, Juan Antonio Núñez Sánchez iba con otras cuatro personas en un vehículo militar, camino de la sede de la Capitanía General, en la calle Mayor de Madrid. Estaban a pocos metros del edificio cuando un coche-bomba accionado a distancia por un etarra explotó. La onda expansiva destrozó el vehículo militar y mató a sus cinco ocupantes.
Juan Antonio fue enterrado en el cementerio de su pueblo natal.
Relato completo del atentado en Emilio Domingo Tejedor Fuentes.
Véase también Antonio Ricote Castillo y Francisco Carrillo García y Ramón Carlos Navia Refojo.
Emilio Domingo Tejedor tenía 50 años. Era natural de la localidad zamorana de Fresno de Sayago, donde había comprado un terreno para edificar una casa. Estaba casado y tenía un hijo de 23 años. Cumplía servicio en la Capitanía General de Madrid.
El 6 de febrero de 1992, un coche-bomba estacionado en la plaza de la Cruz Verde de Madrid estalló a las 8:35 horas al paso de un vehículo militar que se dirigía a la sede de la Capitanía General. Murieron los cinco ocupantes: el capitán de Infantería Emilio Domingo Tejedor Fuentes, el capitán de Artillería Ramón Carlos Navia Refojo, el capitán de Caballería Juan Antonio Núñez Sánchez, el funcionario de Correos y Telégrafos Antonio Ricote Castillo y el soldado Francisco Carrillo García.
Emilio fue enterrado en el cementerio de Fresno de Sayago en Zamora.
Para perpetrar el atentado, José Gabriel Zabala Erasun y Gonzalo Rodríguez Cordero, del comando “Manguis”, robaron un coche para llenarlo de explosivos en Zarautz y llevarlo a Madrid para entregárselo a miembros del comando Madrid.
Ignacio Echevarría Martín fue condenado a 457 años de prisión como autor directo y material del atentado, pena a la que se sumaron cinco años por el robo del coche utilizado en el atentado. José Gabriel Zabala Erasun y Gonzalo Rodríguez Cordero fueron sentenciados a penas de 462 años. Además, debían indemnizar de forma conjunta y solidaria a los herederos de cada uno de los cinco fallecidos y a los heridos. Hubo dos terroristas no identificados que fueron declarados autores directos y materiales junto a Echevarría Martín.
Véase también Francisco Carrillo García, Ramón Carlos Navia Refojo, Juan Antonio Núñez Sánchez y Antonio Ricote Castillo.
Antonio Ricote era funcionario civil de Correos y Telégrafos. Estaba casado y tenía dos hijos. Permanecía adscrito al Ministerio de Defensa y cuando murió estaba destinado en la Capitanía General de Madrid.
El 6 de febrero de 1992, miembros del comando Madrid de ETA hicieron estallar un coche-bomba en el cruce de la calle Segovia y la plaza de la Cruz Verde de Madrid, al paso de un vehículo militar en el que viajaban el funcionario de Correos y Telégrafos Antonio Ricote Castillo y cuatro militares que se dirigían a la sede de la Capitanía General. Murieron los cinco ocupantes del automóvil.
Antonio fue enterrado en el cementerio de Carabanchel (Madrid).
Relato completo del atentado en Emilio Domingo Tejedor Fuentes.
Véase también Francisco Carrillo García, Ramón Carlos Navia Refojo y Juan Antonio Núñez Sánchez.
Ángel García Rabadán, de 46 años, natural de la localidad murciana de Rincón de Beniscornia, estaba casado y tenía tres hijos. Su primer destino como agente fue Madrid, donde estuvo cinco años en la 11 Bandera Móvil. En 1974 consiguió su traslado a Murcia, su tierra de origen y en 1989 fue condecorado por su arriesgada actuación en un incendio en Murcia, en el que salvó la vida de dos niños.
El 10 de febrero de 1992, a medianoche, un etarra informó sobre la colocación de un coche-bomba frente a la Comandancia del Instituto Armado, en la calle Diego Rodríguez de Almena. Rápidamente se dio aviso al Cuerpo Nacional de Policía. A las 12:30 horas los agentes Ángel García Rabadán y Antonio Peñalver Pérez llegaron al lugar citado. Cuando Ángel se acercó a examinar el vehículo que contenía la bomba, el etarra José Luis Urrusolo Sistiaga accionó el artefacto explosivo a distancia. El policía murió en el acto.
Tras fallecer, le nombraron hijo predilecto de la ciudad. Fue enterrado en el cementerio murciano de Nuestro Padre Jesús. Cuatro días después, unas 50.000 personas se manifestaron en Murcia para protestar en silencio contra el terrorismo de ETA, bajo el lema: “La región de Murcia por la paz y contra el terrorismo”. A título póstumo se le otorgó la Medalla de Oro al Mérito Policial y la Cruz de Oro de la Orden del Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil.
El etarra Fernando Díez Torres fue condenado, como autor del atentado, a una pena de 30 años de reclusión mayor. Además, debía indemnizar a los herederos de Ángel.
Eutimio Gómez, de 43 años, era natural de Barrio, en la localidad cántabra de Vega de Liébana. Trabajaba como calefactor en el hospital de Valdecilla desde 1973 y era militante de la Unión General de Trabajadores (UGT). Eutimio y su mujer, Julia, que también falleció en el atentado, tenían dos hijos de 18 y 16 años.
El 19 de febrero de 1992, ETA colocó un coche-bomba en la avenida de los Deportes de Santander, junto al cruce con el barrio de La Albericia. Sobre las 18:15 horas, una furgoneta policial pasó por el lugar y un etarra accionó la bomba. La onda expansiva mató a Eutimio Gómez Gómez y a su mujer Julia Ríos Rioz, que caminaban en dirección a casa tras haber finalizado su jornada laboral en una panadería. La explosión también mató a Antonio Ricondo Somoza, que viajaba en su coche. Los dos agentes que iban en la furgoneta resultaron heridos graves, pero lograron salvar la vida. Otros 18 transeúntes fueron heridos de menor gravedad.
“No pasó lo que queríamos. No cayó quien queríamos. Gora ETA”. Este fue el mensaje que recibió la Policía Municipal, tres horas después de la matanza, el 19 de febrero de 1992.
Gonzalo Rodríguez Cordero y José Gabriel Zabala Erasun fueron condenados a 162 años de prisión cada uno. Ignacio Recarte Ibarra y Luis Ángel Galarza Quirce a 203 años y 6 meses de prisión. Por otra parte, Francisco Múgica Garmendia, Pakito, fue sentenciado a 195 años y 11 meses de prisión por haber ordenado la comisión del atentado. Además, debían pagar la correspondiente indemnización económica. La etarra Dolores López Resina, alias Lola, también fue condenada a más de 92 años de cárcel por su participación.
Véase también Julia Ríos Rioz y Antonio Ricondo Somoza.
Antonio Ricondo Somoza tenía 27 años y había terminado la carrera de Químicas. Falleció cinco días después del atentado, tras permanecer en coma en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Valdecilla. La familia donó sus órganos, excepto una córnea dañada por la metralla. Según contó su padre, Pedro Ricondo, al diario La Razón (17/05/2005), “una mujer vasca vive con su corazón”.
El 19 de febrero de 1992, pasadas las 20:00 horas, ETA activó un coche-bomba en Santander al paso de un furgón del Cuerpo Nacional de Policía, en el barrio de La Albericia. Los dos agentes fueron heridos de gravedad. En el atentado fallecieron dos viandantes, Eutimio Gómez Gómez y Julia Ríos Rioz, y Antonio que conducía su coche en sentido contrario al vehículo policial. Otras 18 personas resultaron heridas.
La misa funeral por Antonio se realizó en la iglesia de Santa Lucía de Santander. Más de mil personas asistieron al acto religioso que se celebró en total recogimiento, solo roto por el llanto de sus familiares.
José Ramón Treviño, arcipreste de Irún, fue encarcelado por acoger en su iglesia a dos de los terroristas.
Relato completo del atentado en Eutimio Gómez Gómez.
Véase también Julia Ríos Rioz.
Julia Ríos Rioz era de Gajano, de la localidad cántabra de Marina de Cudeyo. Trabajaba en la panadería La Constancia, propiedad de su hermana. Tenía dos hijos.
El 19 de febrero de 1992, pasadas las 20:00 horas, Julia caminaba con su marido, Eutimio Gómez Gómez, por el cruce de La Albericia de Santander. En ese momento, al paso de un furgón del Cuerpo Nacional de Policía, un etarra estalló a distancia un coche-bomba. La explosión les mató en el acto. También murió Antonio Ricondo Somoza, que conducía en sentido contrario al vehículo policial. Además, resultaron heridas una veintena de personas.
Su marido y ella fueron enterrados en el cementerio santanderino de Ciriego. Tras el atentado, cerca de 50.000 personas se manifestaron contra el terrorismo por las calles de Santander.
Relato completo del atentado en Eutimio Gómez Gómez.
Véase también Antonio Ricondo Somoza.
José San Martín Bretón, de 49 años, nació en la localidad riojana de El Redal. Estaba casado y tenía dos hijos. Uno de ellos era guardia civil en Logroño y el otro realizaba el Servicio Militar en Cádiz. José trabajaba en la Comandancia de la Guardia Civil de La Salve en Bilbao. Entró en el Instituto Armado a los 21 años y llevaba 15 en el País Vasco.
El etarra José Manuel Fernández Pérez de Nanclares informó de la ruta que seguía el guardia civil José San Martín Bretón a los miembros del comando Vizcaya, Juan Carlos Iglesias Chouzas y Javier Martínez Izaguirre.
El 25 de febrero de 1992, sobre las 14:30 horas, los tres etarras esperaron a la víctima cerca de la estación de tren de Getxo, por donde solía pasar para volver a casa. Iglesias y Martínez Izaguirre le siguieron a pie hasta la plaza de Villamonte. Iglesias le disparó allí por la espalda matándole en el acto. Los terroristas huyeron y se refugiaron en casa del etarra José Manuel y su esposa, María Ángeles Pérez del Río. Todos fueron condenados.
José fue enterrado en su pueblo natal. En 2007, casi 15 años después de su asesinato, el Ayuntamiento de El Redal puso el nombre del agente a una plaza.
El cabo primero de la Benemérita, Enrique Martínez Hernández, de 30 años, era natural de la localidad jienense de Linares. Estaba casado y tenía una hija de 2 años. Trabajaba en la unidad de Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos (Tedax).
El 18 de marzo de 1992, antes de las 22:00 horas, ETA informó de la colocación de un coche-bomba y comunicó que había encerrado al propietario del coche en el maletero de un Fiat Uno en la calle Jacint Verdaguer de Llissá de Munt. Varios artificieros de la Guardia Civil se dirigieron hacia la localización del Fiat. El agente Enrique Martínez Hernández se acercó a reconocerlo cuando explotó la bomba.
Pasada la medianoche, fallecía en el hospital de Granollers. La parroquia de Valldaura de Manresa fue insuficiente para acoger a todas las personas que quisieron asistir a su funeral. Fue enterrado en el cementerio de Collserola.
Los etarras Fernando Díez Torres y José Luis Urrusolo Sistiaga fueron condenados a prisión y a indemnizar a su viuda e hija.
Antonio José Martos, de 27 años, había nacido en la localidad jienense de Linares. Vivía con su pareja y tenía una hija. Era militante del Partit dels Comunistes de Catalunya y de Comisiones Obreras.
Los miembros del comando Ekaitz, Fernando Díez Torres y José Luis Urrusolo Sistiaga, colocaron un coche-bomba en uno de los túneles de la A-18, por Sant Quirze del Vallès. El 19 de marzo de 1992, sobre las 6:30 horas, ETA comunicó que una bomba explotaría entre las 8:45 y las 9:00 horas. Cuando las Fuerzas de Seguridad intentaban localizar el automóvil estacionado bajo el túnel de la citada vía, Antonio José Martos Martínez pasó circulando en dirección al trabajo. En ese momento, hacia las 7:55, la bomba explotó y murió en el acto.
Díez Torres fue condenado a una pena de 41 años de prisión y Urrusolo a 37 años y 4 meses de reclusión. Además debían indemnizar a su viuda e hija.
Juan José Carrasco, de 26 años, era hijo de Félix Manuel Carrasco Pérez-Machado, coronel del Ejército de Tierra en situación de reserva. Había terminado la carrera de Ciencias Económicas.
El 23 de marzo de 1992, los etarras buscaron el coche de su padre, aparcado sobre el puente de Segovia, forzaron una puerta y pusieron una bomba debajo del asiento del conductor. Juan José cogió el automóvil para ir a su trabajo en Prisma Soft S.A. La bomba explotó al arrancar el vehículo.
Su funeral se ofició en la capilla del hospital militar Gómez Ulla. Fue incinerado en el crematorio del cementerio de La Almudena y depositado en el camposanto de San Isidro.
Ignacio Echevarría Martín, alias Mortadelo, fue condenado a 30 años de reclusión mayor, así como a indemnizar a sus herederos.
Aquilino Joaquín Vasco Álvarez, de 78 años, era coronel retirado del Ejército del Aire. El 31 de marzo de 1992, el portero de la finca donde vivía recibió un paquete postal. El destinatario era Joaquín Vasco, un hijo del oficial, también coronel y jefe de la base militar aérea de Gando en Gran Canaria. Tanto el militar como su mujer sospecharon de su contenido. Sin embargo, hacia las 20:15 horas, Vasco lo abrió y estalló la bomba que le provocó lesiones muy graves en manos, ojos, tórax, cara y cuello. Falleció al día siguiente en la Unidad de Vigilancia Intensiva del hospital Gregorio Marañón.
El funeral fue celebrado en la capilla del Hospital General del Aire. Al coronel Vasco le concedieron la Cruz al Mérito Aeronáutico de primera clase a título póstumo y a su viuda le entregaron la bandera de España que cubría el féretro de su marido. Fue enterrado en el panteón del Ejército del Aire de La Almudena.
Juan Manuel Helices Patino, de 33 años, era de la localidad gaditana de Rota. Estaba casado y tenía dos hijos. Llevaba diez años destinado en Irún y servía a la Brigada de Seguridad Ciudadana. En 2005 le otorgaron el ascenso honorífico a oficial del Cuerpo Nacional de Policía.
Hacia las 21:00 horas del 23 de abril de 1992, un policía nacional fuera de servicio paseaba por las calles de Irún y observó a dos jóvenes con un comportamiento sospechoso, en el cruce de la avenida de Navarra y la calle Salvador Etxeandía por lo que llamó al 091. Cuando el agente Juan Manuel Helices Patino les pidió la documentación, uno de ellos sacó una pistola y le disparó en la cabeza.
El policía falleció dos horas y media más tarde en el hospital Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián. Su funeral tuvo lugar en la iglesia de la Sagrada Familia de San Sebastián y fue enterrado en el cementerio municipal de Rota.
José Manuel Fernández Lozano, de 25 años, era natural de la localidad granadina de Alfacar. Estaba casado y tenía un hijo menor de un año. Trabajaba en la Guardia Civil desde hacía tres años y solo había tenido como destinos Alustante, en Guadalajara, y Oiartzun.
El 17 de agosto de 1992, sobre las 16:00 horas, los guardias civiles José Manuel Fernández Lozano y Juan Manuel Martínez Gil fueron asesinados por un etarra en el aparcamiento de un hipermercado de Oiartzun. Acababan de salir después de realizar unas compras. Ambos agentes se habían subido al coche, cuando un terrorista se acercó al vehículo y disparó nueve veces. Fernández falleció en el acto, mientras que Martínez fue ingresado en el hospital Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián, donde falleció poco después.
Juan Manuel Martínez, de 23 años, nació en Orense, aunque residió desde muy corta edad en Gondomar. Prestaba servicio en Gipuzkoa desde hacía tres meses. Anteriormente había trabajado en Burgos. Fue enterrado en Sarreus (Orense). Al funeral asistieron más de dos mil personas.
El 17 de agosto de 1992, un etarra le asesinó junto a su compañero José Manuel Fernández Lozano. Los dos guardias civiles salían de un hipermercado de Oiartzun en Gipuzkoa, donde habían realizado unas compras. Cuando estaban en su coche, un terrorista les disparó hasta matarles.
Relato completo del atentado en José Manuel Fernández Lozano.
Antonio Heredero Gil, de 55 años, era natural de la localidad zaragozana de Calatayud. Llevaba más de 20 años en Salamanca. Estaba casado y tenía tres hijos. Era diplomado del Estado Mayor del Ejército de Tierra. En la fecha de su asesinato, el coronel estaba destinado en el Patronato de Huérfanos del Gobierno Militar de Salamanca.
El 2 de septiembre de 1992, hacia las 16:30 horas, salió del garaje con el coche, en el paseo de la Estación de Salamanca, cuando explotó una bomba situada debajo del asiento del conductor. Antonio murió en el acto.
Más de 3.000 personas fueron a la misa funeral que se ofició en la iglesia de María Auxiliadora de Salamanca. A título póstumo se le concedió la Medalla al Mérito Militar de primera clase con distintivo blanco. Fue enterrado en el cementerio de Salamanca. El 6 de septiembre, alrededor de un millar de personas se manifestaron contra su asesinato.
Ricardo González Colino, de 38 años, estaba soltero y era natural de la localidad zamorana de Cerezal de Sanabria. Desempeñaba funciones de radio patrulla en las unidades de seguridad ciudadana. Vivía en San Sebastián desde hacía 11 años.
La madrugada del 14 de septiembre de 1992, Ricardo fue asesinado mientras jugaba una partida de cartas con un grupo de amigos en un bar de la calle Eguía de San Sebastián. Un etarra le disparó un único tiro en la cabeza y murió en el acto.
Fue enterrado en su localidad natal. La misa tuvo que celebrarse en la plaza de Cerezal de Sanabria porque la Iglesia no tenía capacidad para acoger a tantas personas.
La Ertzaintza concluyó que podían haber confundido a José Luis Luengos Martínez, de 31 años, con otro miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado, porque tenían un coche similar. ETA intentó justificar el asesinato afirmando que era “un colaborador de los servicios especiales de la Guardia Civil”.
Aquel 29 de septiembre de 1992, dos etarras le asesinaron a tiros. Hacia las 20:30 horas estaba dentro de su coche, aparcado en doble fila frente a la Estación de Rentería cuando un tiro en la cabeza le mató.
José Luis era natural de León. Llevaba cuatro años trabajando en el País Vasco, junto a su único hermano, en Elitel, una empresa filial de Telefónica. Estaba soltero y tenía novia. Su misa de funeral se celebró en la Iglesia de la Sagrada Familia de León. Fue enterrado en el cementerio municipal de San Froilán.
El subteniente músico Miguel Miranda Puertas, de 64 años, era natural de Granada. Estaba casado y tenía cuatro hijos. Se encontraba en la reserva activa desde hacía 10 años. ETA hizo estallar un coche-bomba en el barrio de Moratalaz, matándole en el acto, el 30 de noviembre de 1992. Hacia las 14:40 horas, Miguel y el cabo Julián de la Calle Martín regresaban a sus casas cuando estalló un coche-bomba cerca de un bloque de viviendas de familias de agentes de la Benemérita y funcionarios del Ministerio del Interior.
Miguel falleció en el acto y Julián fue herido de gravedad con traumatismos craneal, tronco-abdominal, en antebrazo y codo izquierdo, además de fractura de ambas tibias. Asimismo, dos mujeres también fueron heridas. La misa funeral se realizó en Manzanares (Ciudad Real). Localidad donde vivían algunos de sus familiares y en cuyo cementerio fueron inhumados sus restos mortales.
El 2008 se dio su nombre a unos jardines de Moratalaz, en la confluencia de las calles Luis de Hoyos Sainz y Fuente Carrantona.