El asturiano Juan Priede Pérez, concejal socialista de 69 años, era el único edil no nacionalista de la Corporación Municipal. Jubilado de su empleo en la compañía Explosivos Riotinto, viudo y con tres hijos, fue asesinado a tiros en un bar de Orio cuando estaba sin escoltas. Ocurrió el 21 de marzo de 2002.
Cecilio Gallego Alaminos, de 57 años y natural de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), estaba casado y tenia cuatro hijos. Vivía en Torrevieja desde hacía más de 30 años y había sido empleado de Telefónica hasta su jubilación. El 4 de agosto de 2002 fue asesinado junto a la hija de un guardia civil, Silvia Martínez Santiago, de 6 años, mientras esperaban en una parada de autobús. El atentado perpetrado por ETA con un coche-bomba tuvo lugar en la calle Azorín de Santa Pola (Alicante), y causó también heridas de diversa consideración a otras 34 personas. El explosivo fue colocado estratégicamente frente a un cuartel de la Guardia Civil y junto a una glorieta muy concurrida. Tras el atentado, Gallego fue nombrado hijo adoptivo de Torrevieja a título póstumo. En 2007 fue homenajeado por el coro Cecilio Gallego de la Asociación de Amas de Casa, del que era director.
Véase también Silvia Martínez Santiago.
Silvia Martínez Santiago, hija de un guardia civil de 6 años, murió el 4 de agosto de 2002 en una parada de autobús junto al ex empleado de Telefónica jubilado, Cecilio Gallego Alaminos. La explosión de un coche-bomba colocado por ETA en la calle Azorín de Santa Pola, frente al acuartelamiento de la Guardia Civil, terminó con su vida. Además, otras 34 personas resultaron heridas.
Silvia era la única hija del matrimonio José Joaquín Martínez y Toñi Santiago, que posteriormente tuvieron más descendencia. Al día siguiente del atentado, más de 5.000 personas acudieron a despedirse de las dos víctimas en la iglesia de la Asunción de Santa Pola y mostraron así su rechazo al terrorismo. El 6 de agosto, unos 20.000 ciudadanos se manifestaron en la localidad bajo el lema “Por la libertad y contra el terrorismo”.
Véase también Cecilio Gallego Alaminos.
El cabo de la Guardia Civil, Juan Carlos Beiro Montes, ex soldado profesional asturiano de 32 años, estaba casado y tenía mellizos. Fue víctima de una bomba colocada junto a la calzada de la carretera NA-1320, a la altura de Leiza (Navarra), el 24 de septiembre de 2002. Como reclamo para atraer a las fuerzas del orden, ETA desplegó una pancarta que decía “ETA bietan jarrai. Guardia civil, jota bertan hil” (ETA, adelante con las dos. Guardia civil, mátalo aquí). Los terroristas activaron el explosivo cuando Beiro y un grupo de agentes fueron a descolgarla. El cabo fue gravemente herido en el abdomen y falleció de camino al hospital Donostia. El sargento y comandante del puesto de Leiza, Miguel de los Reyes Martínez Morata sufrió graves lesiones, mientras que los otros tres guardias civiles que les acompñaban también resultaron heridos.
Al día siguiente de su asesinato, miles de personas dieron el último adiós a Beiro en Langreo. Fue incinerado en el tanatorio de Gijón.
Cuatro días después, unas 50.000 personas se manifestaron por las calles de Pamplona por el atentado.
A Beiro se le concedió la Cruz con distintivo rojo de la Orden del Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil a título póstumo y, puesto que el atletismo era una de sus aficiones, pusieron su nombre al Palacio de Deportes de Leiza y al circuito de carreras del paseo de los Llerones de Sama, donde solía entrenar. Asimismo se creó la carrera popular Memorial Juan Carlos Beiro.
El guardia civil Antonio Molina Martín, melillense de 27 años y soltero, murió en acto de servicio el 17 de diciembre de 2002. Molina y su compañero, Juan Aguilar Osuna, formaban parte de un dispositivo especial de seguridad contra los atracos y robos de la zona del noroeste de Madrid. El 31 de diciembre de 2002, dieron el alto a un coche que circulaba por una carretera nacional, en el que se desplazaban varios terroristas con 130 kilos de explosivos, dispuestos a cometer una serie de atentados escalonados en varios centros comerciales de Madrid. Al solicitarles la documentación, los etarras disparon tres veces a Molina y le mataron en el acto, mientras que a raíz del posterior tiroteo, Aguilar sufrió lesiones en un brazo que le causaron la inhabilitación permanente para desempeñar su oficio. Gotzon Aramburu Sudupe resultó herido y el otro terrorista, Jesús María Etxebarria Garaikoetxea, fue arrestado posteriormente en San Sebastián.
A Molina se le otorgó la Medalla de Oro, le nombraron hijo predilecto de Melilla y le dieron su nombre a una de las calles. Además, se levantó un pequeño monumento frente al cuartel al que pertenecía.