Casi a la misma hora que una bomba mataba al cabo Francisco Berlanga Robles en Pamplona, el Comando Otxobi asesinaba en San Sebastián al comandante del Ejército de Tierra José María Herrera Hernández, de 53 años, casado y con un hijo.
Herrera, natural de la vizcaína Basauri, vivía en la capital donostiarra desde los 14 años. Tras graduarse en la Academia General Militar como teniente en 1950, fue destinado a una unidad de Regulares en Melilla donde ascendió a capitán y fue trasladado al regimiento de Loyola en el que permaneció hasta que fue promocionado a comandante el 3 de julio de 1975, año en el que fue nombrado ayudante del gobernador militar de la provincia.
Herrera, profesor de educación física, presidente de la Federación Guipuzcoana de Voleibol, miembro del Comité Provincial de Deportes y colaborador asiduo de la Delegación Nacional de Deportes y del Consejo Superior, era una persona muy popular en la sociedad donostiarra, lo que propició que ETA le considerase un objetivo. El 2 de enero de 1979, tras varias semanas de seguimiento, Herrera fue tiroteado desde un coche robado al salir de su casa y falleció durante su traslado a un centro sanitario.
José María Zubiaurre Portugal fue condenado por este atentado a 25 años de reclusión mayor y al pago de una indemnización a los herederos de la víctima el 18 de enero de 1983.
Véase también Francisco Berlanga Robles.
El cabo Francisco Berlanga Robles, artificiero de la Policía Nacional, nació en Casarabonela (Málaga) y era padre de tres niños. Sólo tenía 26 años cuando murió en acto de servicio el 2 de enero de 1979 en Pamplona.
La unidad de Francisco se personó en las oficinas de una céntrica inmobiliaria donde el comando Nafarroa había colocado una bomba y, tras desalojar y acordonar la zona, el artefacto explosionó causándole la muerte antes de que pudieran desactivarlo. Al día siguiente su cuerpo fue trasladado a Málaga.
El 30 de noviembre de 1982, Ricardo Garciandia Solano, Miguel Mateo Asnariz Dicastillo y María Gloria del Sagrario Recarte Gutiérrez fueron condenados por este atentado a 21 años de prisión mayor y a la indemnización económica a los herederos de Francisco.
El general Constantino Ortín, gobernador militar de Madrid, de 64 años y nacido en la pedanía de La ñora (Murcia), estaba casado y no tenía hijos. ETA lo asesinó el 3 de enero de 1979 porque dada “su alta graduación, su muerte supondría un duro golpe al Ejército español”.
Txomin Iturbe Abasolo ordenó el atentado al comando Argala, formado por ciudadanos franceses liderados por Henri Parot. El 3 de enero de 1979, cuatro terroristas alquilaron un coche y le esperaron cerca de su casa. Cuando el militar salió de su vehículo oficial, Henri Parot y otros dos terroristas le dispararon. Tres balas le hirieron e ingresó ya cadáver en el hospital.
Ortín estudió en la Academia de Infantería cuando estalló la Guerra Civil. Cuando terminó era teniente provisional y ascendió a capitán en 1941. Durante los años de postguerra fue profesor en la Academia de Infantería de Toledo. Posteriormente, realizó el curso de Estado Mayor, diplomándose en el grupo de mando de armas con la 54.ª promoción y, más tarde, en paracaidismo. Sucesivamente, fue miembro de la jefatura del Regimiento de Infantería Mahón número 45, de la Quinta Sección del Estado Mayor Central y de la División de Instrucción y Enseñanza. Fue ascendido a general de Brigada en 1973 y nombrado gobernador militar de Madrid el 14 de septiembre de 1978.
El 2 de marzo de 1991, Henri Parot fue condenado a 27 años de prisión mayor y a una indemnización económica a los herederos de la víctima.
Ciriaco Sanz García, guardia civil de 50 años y natural de la localidad burgalesa de Santa Inés, llevaba veintiocho años viviendo en Llodio (Álava), donde compartía cuartel con uno de sus cuatro hijos, también miembro de la Benemérita.
El mediodía del 5 de enero de 1979, al salir de su casa para cumplir su servicio, varios terroristas le tirotearon desde un coche y, pese a que tuvo tiempo de poner cuerpo a tierra, fue alcanzado en las piernas y resultó herido de gravedad. Ciriaco, inicialmente atendido por una de sus hijas, fue primero trasladado al ambulatorio y luego al Hospital de Cruces, en Barakaldo. Sin embargo, no pudo sobrevivir al shock hipovolémico de la hemorragia y murió de un ataque al corazón el 9 de enero.
Hortensia González Ruiz era una estudiante gaditana de 20 años, pareja del guardia civil Antonio Ramírez Gallardo. ETA les asesinó a ambos el 6 de enero de 1979. Su muerte causó una fuerte conmoción en la sociedad española, ya que era la primera vez que ETA dirigía sus atentados contra una mujer vinculada personalmente a miembros de las fuerzas de orden público. A los funerales en su localidad natal de San Roque acudieron unas 12.000 personas.
Tras el doble asesinato, el departamento de Derechos Humanos del Consejo General Vasco condenó los últimos atentados, que habían causado seis muertes en apenas seis días, calificando de “particularmente odiosa” la muerte de Hortensia.
Relato completo del atentado en Antonio Ramírez Gallardo.
El guardia civil Antonio Ramírez, de 24 años, natural de Tarifa (Cádiz), llevaba tres años destinado en la Agrupación de Tráfico de Villafranca de Ordizia. Fue asesinado por ETA con a su novia Hortensia González Ruiz, el 6 de enero de 1979, como “aviso a todos los enemigos de Euskadi y, personalmente, a sus familiares”.
La pareja fue ejecutada en una señal de stop cuando volvía de pasar la noche en una discoteca de Besaín. Dos terroristas se situaron en los laterales de su coche y los ametrallaron matándolos en el acto. Antonio presentaba ocho disparos y Hortensia, que iba de copiloto, diez. Tras ser encontrados por tres jóvenes que pasaban por allí, les trasladaron a la clínica San Miguel, en la misma localidad, pero los médicos únicamente pudieron certificar su muerte.
ETA militar asumió la autoría del crimen dos días después, señalando que era un atentado buscado.
Véase también Hortensia González Ruiz.
Miguel García Poyo, de 29 años, de San Martín de Pedroso en Zamora, estaba casado y tenía tres hijos. Una bomba de ETA acabó con su vida en Azpeitia, un atentado en el que también murieron Francisco Gómez Gómez - Jiménez y Francisco Mota Calvo.
Relato completo del atentado en Francisco Gómez Gómez-Jiménez
Francisco Gómez Gómez-Jiménez, guardia civil almeriense de 28 años, casado y padre de dos hijos, llevaba tres años en el Cuerpo cuando ETA lo asesinó la madrugada del 13 de enero de 1979.
Tras un primer intento de atentado fallido el 2 de enero, ETA finalmente lo consiguió diez días después colocando una bomba en la ruta que Francisco solía realizar entre Azpeitia y Azkoitia. Poco después de las 3.00 horas, uno de los dos vehículos de la Benemérita que se encontraban patrullando era alcanzado por la explosión del artefacto, provocando la muerte de Francisco e hiriendo gravemente a Juan Muñiz Sánchez, que tardó más de un año en recuperarse.
En las horas posteriores al atentado, los agentes encargados de las pesquisas policiales encontraron un paquete sospechoso cerca del lugar de los hechos. El explosivo no pudo ser desactivado y al estallar mató al también guardia civil Miguel García Poyo e hirió de gravedad a Francisco Mota Calvo que, pese a ser trasladado a la residencia de Aránzazu, en San Sebastián, falleció a causa de las heridas.
En 1995 Mercedes Galdós Arsuaga y Félix Ramón Gil Ostoaga fueron condenados por la muerte de los tres agentes de la Guardia Civil a tres penas de 29 años de reclusión mayor y a 22 años por el asesinato frustrado de Juan Muñiz Sánchez. La sentencia incluía el pago conjunto y solidario de tres indemnizaciones económicas a los herederos de las víctimas mortales y
Véase también Miguel García Poyo y Francisco Mota Calvo.
Francisco Mota Calvo, de 29 años, natural de Frechilla (Palencia), casado y con dos hijos, falleció en el atentado de Azpeitia en el una bomba de ETA también asesinó a Miguel García Poyo y Francisco Gómez Gómez - Jiménez.
Relato completo del atentado en Francisco Gómez Gómez-Jiménez
Véase también Miguel García Poyo.
Jesús Ulayar Liciaga, de 54 años, era natural de la localidad navarra de Etxarri Aranaz, de la que había sido alcalde durante 7 años. Casado y con cuatro hijos, era vocal de la Asociación de Padres de Alumnos y poseía una tienda de electrodomésticos y una funeraria. El 27 de enero de 1979, mientras estaba con su hijo de 13 años, un terrorista encapuchado le disparó a bocajarro cinco tiros matándole en el acto.
El 26 de junio de 1980, los hermanos Vicente y Juan Nazabal Auzmendi, autores del atentado, fueron condenados a 27 y 22 años de reclusión mayor, respectivamente; mientras que Jesús María Reparaz Lizarraga, cómplice, a 12 años y un día, y Eugenio Juan Ulayar Lizarraga, como encubridor, a 6 años y un día. Asimismo, todos los participantes tuvieron que pagar una indemnización económica a los herederos de la víctima.
Esteban Sáez, guardia civil de 33 años y natural del pueblo salmantino de Galinduste, estaba casado y tenía un hijo. Falleció el 4 de febrero a consecuencia de las heridas provocadas por un atentado perpetrado seis días antes, el 29 de enero de 1979. Miembros de ETA atacaron con una bomba dos vehículos de la Guardia Civil que protegían un camión cargado de dinamita. Tras ametrallar el coche afectado por la explosión, los etarras se vieron forzados a huir monte a través porque los agentes del otro coche respondieron al ataque.
Esteban Sáez Gómez resultó herido de gravedad y murió el 4 de febrero; mientras que Manuel Ruiz Ligero, natural de Socuéllamos, tardó tres años y siete meses en recuperarse a medias —como secuela le quedó una reacción depresivo neurótica— y el melillense Ildefonso Sánchez Amil, corrió mejor suerte y recibió el alta a los seis meses.
Los terroristas buscaban repetir el atentado que el 13 de enero de 1979 había causado la muerte a tres agentes en Azpeitia. El plan era preparar una bomba activada por cable y dejar un segundo artefacto para matar a otros guardias civiles cuando fueran a inspeccionar la escena. Afortunadamente fue desactivada a tiempo por el equipo de artificieros.
Pedro Juan Odriozola Aguirre y Ángel Hernández Tiemblo fueron condenados a 25 años de reclusión mayor y cinco penas de 15 años de reclusión menor y a indemnizar económicamente a los herederos de Esteban, a Manuel Ruiz Ligero y a Ildefonso Sánchez Amil.
José Fernando Artola Goicoechea, de 54 años, de Hernani, casado y con dos hijos, era amigo de Luis Candendo Pérez, el militante de Unión de Centro Democrático (UCD) asesinado el 9 de noviembre de 1978 en Antzuola. Apenas dos meses después de aquel crimen, el 30 de enero de 1979, José Fernando fue víctima de un atentado de ETA.
El comando Besaide intentó ya atentar contra él el 28 de enero pero no consiguió localizarle y repitió la operación dos días después: los etarras robaron un vehículo en Zumárraga, introdujeron al propietario en el maletero y se dirigieron a la localidad de Antzuola, donde esperaron a Artola cerca de su casa. Cuando éste apareció en compañía de un vecino, los terroristas le dispararon desde el coche perforándole el hígado y el diafragma. Falleció poco después, cuando era ingresado en el Centro de Urgencias de Bergara. Los terroristas huyeron y abandonaron el vehículo robado con su dueño en el interior del maletero.
El 5 de diciembre de 1981 se condenó a José Ramón Bidaburu Otaduy, Félix Bengoa Unzurrunzaga y Ramón Arzamendi Medinabeitia a sendas penas de 26 años, 8 meses y 1 día de reclusión mayor y al pago de una indemnización económica a los herederos de la víctima.
Véase también Luis Candendo Pérez.
El Guardia Civil Félix de Diego, natural de Fuentecén (Burgos), de 47 años, casado y padre de cinco hijos, fue testigo de excepción del primer asesinato de ETA el 7 de junio de 1968 contra José Pardines Arcay., su compañero en la patrulla de Tráfico. Once años después, el 31 de enero de 1979, él también fue asesinado. De Diego había causado baja en el cuerpo a raíz de un accidente de circulación y trabajaba en un bar propiedad de su familia. Precisamente allí fue localizado por dos terroristas que entraron y le dispararon en el corazón, el vientre y la pierna izquierda. Ingresó cadáver en el hospital de la Cruz Roja de Irún.
El octubre de 1981 se condenó por este asesinato al sacerdote capuchino Fernando Arburúa Iparraguirre y a Manuel María Ostolaza Alcocer a 26 años, 8 meses y 1 día de reclusión mayor; y a Luis María de Marcos Olaizola, por asesinato en grado de conspiración, a 8 años de prisión mayor. La sentencia incluía el pago de una indemnización económica a los herederos de la víctima.
Véase también José Pardines Arcay.
El guardia civil José Díez Pérez, de 25 años, soltero y natural de Córdoba, fue asesinado por ETA militar el 3 de febrero de 1979. Alrededor de las 20 horas, tres terroristas pararon frente al cuartel de Andoain donde trabajaba y dispararon al azar contra un grupo de agentes que se encontraban en la puerta del recinto. José resultó gravemente herido y, aunque sus compañeros lo trasladaron a la Policlínica de San Sebastián, falleció poco después. El teniente Miguel Madariaga Lope, de 30 años, también fue alcanzado por los proyectiles y resultó herido de gravedad, aunque consiguió sobrevivir. Un tercer Guardia Civil sufrió lesiones menores, que le provocaron graves trastornos psicológicos y le impidieron continuar con su trabajo.
El 5 de febrero ETA militar asumió su responsabilidad en este atentado mediante un comunicado que hizo llegar a varios medios de comunicación.
José Antonio Vivot Undabarrena, de 49 años y exalcalde de Olaberria (Guipúzcoa), su localidad natal, estaba casado y con cinco hijos. Era jefe de personal de una empresa cuando fue asesinado el 6 de febrero de 1979. Tras secuestrar un coche en Beasain y atar a un árbol a su dueño, los terroristas se personaron en la casa de Vivot. Tras acceder por la fuerza, arrancaron el cable del teléfono y amenazaron con sus armas a la familia de José Antonio, a quien se llevaron contra su voluntad y ejecutaron de tres disparos en el portal.
El 25 de abril de 1988, Mercedes Galdós Arsuaga, autora material del asesinato, fue juzgada y condenada a 29 años de prisión mayor. Félix Ramón Gil Ostoaga, su acompañante, fue también condenado a 29 años de prisión mayor y al pago solidario, junto a Galdós, de una indemnización económica a los herederos de la víctima.
Vicente Irusta Altamira, de 26 años y soltero, era amigo personal de Juan Hurtado Fernández, el vecino de Gernika que fue asesinado por ETA el 2 de noviembre de 1978. Vicente fue ajusticiado por la banda terrorista el 8 de febrero de 1979 tras recibir tres disparos de una escopeta de caza a unos trescientos metros del caserío donde vivía. No hubo testigos del crimen. A las 9 horas del 8 de febrero, un grupo de niños que se dirigía a la escuela encontró el cuerpo en un descampado. Vicente fue visto por última vez sobre las 22 horas del día anterior tras abandonar un bar de su localidad. La banda terrorista justificó el crimen aduciendo que Vicente tenía lazos con la extrema derecha.
Véase también Juan Hurtado Fernández.
César Pinilla, de 48 años y guardia civil retirado, estaba casado y tenía una hija. Llevaba seis años en Munguía como jefe de la Policía Municipal cuando el comando de apoyo a ETA militar Andoni Campillo le asesinó camino de su casa el 12 de febrero de 1979. Varios terroristas le dispararon por la espalda matándole en el acto. Sus restos fueron enterrados en la localidad onubense de Gibraleón, de donde era su esposa.
El final de los años 70 y el comienzo de los 80 fueron conocidos como los años de plomo en el País Vasco, porque el terrorismo y la violencia eran extremos y resultaban contagiosos. Al lado de las grandes organizaciones terroristas —ETA militar y ETA político-militar— aparecieron imitadores —como los Comandos Autónomos Anticapitalistas e Iraultza—, pero también células locales. Uno de esos grupos, el comando de apoyo a ETA militar Andoni Campillo, nació en la comarca de Bermeo y Gernika por iniciativa de un antiguo miembro de ETA. José Luis Bengoa García fue condenado por este atentado.
Sergio Borrajo Palacín, hijo de emigrantes gallegos y nacido en San Joaquín (Guatemala), estaba casado y tenía una hija. Había regresado a España y combatido en la Guerra Civil, en la que fue herido. Con el grado de teniente coronel de Infantería, Borrajo fue el jefe provincial de Mutilados de Guerra de Álava. Fue asesinado cuando se dirigía a su casa, tras abandonar su despacho en el Gobierno Militar, al mediodía del 14 de febrero de 1979. Al llegar a su casa, un terrorista le disparó un único tiro en la nuca, matándole en el acto. Mientras el autor del atentado se daba a la fuga los vecinos avisaron a la Policía, que acudió rápidamente y le trasladó al hospital de Santiago, donde ingresó ya muerto.
Su hija Carmen recordó algo sucedido la noche anterior que nadie había sabido interpretar en ese momento: “En el pomo de la puerta alguien había dejado colgada una de esas mallas en las que se meten las naranjas, llena de basura, y por fuera tenía pegada una bandera española”.
El guardia civil Benito Arroyo Gutiérrez, de Salamanca, tenía 40 años y llevaba 20 destinado en el cuartel de Deba. Casado y con dos hijos, había aprendido por sí mismo a hablar euskera.
El 23 de febrero de 1979, cuando se dirigía en coche al cuartel fue asesinado en un stop por un comando terrorista que le disparó en el pecho y la cabeza matándolo en el acto. Los terroristas huyeron a pie hacia la sala de fiestas Txitxarro, donde les esperaba una tercera persona al volante de un vehículo en el que se dieron a la fuga.
Benito Arroyo fue enterrado al día siguiente en el cementerio de Itziar. ETA militar asumió la autoría del atentado y explicó que le habían asesinado “por el puesto significativo que ocupaba dentro del cuerpo, donde se dedicaba a tareas de información, seguimiento e infiltración, respecto a personas y grupos claramente posicionados con las organizaciones y la política de la izquierda abertzale”. En realidad, Benito estaba destinado en la intervención de armas y se encargaba, entre otras tareas administrativas, de tramitar los permisos de los cazadores para poder disponer de escopetas.
Miguel Chavarri Isasi, jefe de la Policía Municipal, de 48 años, era natural de Cihuri, La Rioja. Casado y con tres hijos, fue asesinado el 9 de marzo de 1979. Su cuerpo sin vida acribillado con nueve balazos fue hallado sentado en el sillón de su despacho. No hubo testigos del atentado y nadie escuchó los disparos que acabaron con su vida. Algunos vecinos aseguraron haber visto a un joven salir de las dependencias de la Policía y subirse a una motocicleta, pero no se pudo establecer una relación con el crimen.
Según recogía la prensa al día siguiente, la víctima había recibido por correo, tres años antes, una amenaza de muerte.
El apellido de Maderal Oleaga pertenece al de un héroe de la Legión. El cabo Juan Maderal, de Erandio, donde tiene una plaza dedicada, murió en combate enfrentándose a las tropas infiltradas desde Marruecos en la colonia española, el 13 de enero de 1958 en el barranco de Edchera (Sáhara). En aquella batalla, el Ejército español contabilizó treinta y ocho muertos y medio centenar de heridos. Juan y su jefe, el brigada Francisco Fadrique, murieron protegiendo la retirada de sus compañeros y, por ello, fueron condecorados con la Cruz Laureada de San Fernando, que premia el valor en combate.
José María, hermano de Juan, bilbaíno de 48 años, estaba casado y tenía dos hijos. Empleado de Iberduero y presidente de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Vizcaya, que agrupaba a unos quinientos exlegionarios, había recibido amenazas varias amenazas de muerte antes de ser asesinado el 16 de marzo de 1979.
A primera hora de la mañana, cuando se dirigía a pie a su trabajo, como todos los días, tres terroristas encapuchados le dispararon siete balas en la cabeza y el tórax que acabaron con su vida.
El zaragozano Antonio Recio Claver, de 50 años, era inspector de policía de la Brigada de Información en Vitoria. Casado y con dos hijos, fue asesinado por el comando Araba el 23 de marzo de 1979. Como todas las mañanas, antes de dirigirse a la comisaría, Recio fue a la empresa familiar de fontanería donde llevaba la contabilidad, cuando tres terroristas irrumpieron en el lugar y le mataron a balazos. Lo que nadie sabía, ni siquiera sus asesinos, es que era miembro del CESID, tal y como reveló posteriormente en su autobiografía el general Ángel Ugarte; lo que le convirtió en la primera víctima de terrorismo perteneciente a los Servicios de Inteligencia.
Casi dos décadas después, Ignacio Arakama Mendia fue condenado a 30 años de prisión mayor y a indemnizar a los herederos legales de la víctima como autor del asesinato.
Pedro Fernández, salmantino de 31 años, casado y con dos hijos, regentaba una cafetería próxima a la Jefatura Superior de Policía, sita en el Gobierno Civil de Navarra, a la que acudían numerosos agentes y funcionarios. Pedro, que ya había recibido amenazas de ETA por atenderles, fue asesinado el 5 de abril de 1979 por la explosión de una bomba colocada en los aseos de su establecimiento.
Ricardo Garciandia Solano, María Gloria del Sagrario Recarte Gutiérrez y Miguel Mateo Asnariz Dicastillo fueron condenados a 27 años de reclusión mayor y al pago de una indemnización a los herederos de la víctima.
El tolosano Adolfo Mariñas, de 30 años, fue asesinado el 6 de abril de 1979 por el comando autónomo Txikia por colaborar con la Policía. El cuerpo de Mariñas, que presentaba tres impactos de bala, fue encontrado por un camión de la limpieza municipal. No hubo testigos del crimen.
El cabo primero Miguel Orenes Guillamont, de 29 años, casado y con un hijo, murió acribillado en el atentado del 7 de abril de 1979 en el que también fallecieron el sargento Ginés Pujante García y el cabo Juan Bautista Peralta Montoya. Fue enterrado en su pueblo natal Rincón de Seca, Murcia.
Relato completo del atentado en Ginés PujanteGarcía.
Véase también Juan Bautista Peralta Montoya.
El cabo Juan Bautista Peralta Montoya, murciano de 30 años, casado y con dos hijos, murió acribillado en el atentado del 7 de abril de 1979 en el que también murieron el sargento Ginés Pujante García y el cabo Miguel Orenes Guillamont
Relato completo del atentado en Ginés Pujante García.
Véase también Miguel Orenes Guillamont.
Ginés Pujante García, sargento de la Policía Nacional de 41 años, de la localidad murciana de San Ginés, casado y con dos hijos, murió junto al cabo primero Miguel Orenes Guillamont y el cabo Juan Bautista Peralta Montoya en el atentado perpetrado por ETA el 7 de abril de 1979. Los tres agentes, de la compañía de reserva general de la Policía Nacional de Murcia, fueron trasladados el 6 de abril al Regimiento militar de Loyola, en San Sebastián, como refuerzo temporal en la lucha contra el terrorismo.
El día siguiente de su llegada, mientras se dirigían al cuartel vestidos de paisano tras cenar en un restaurante, tres terroristas pararon a su altura en un taxi robado y les dispararon matando a dos de los agentes en el acto. El tercero llegó con vida al hospital militar de San Sebastián, pero murió poco después. Tras una ceremonia religiosa, los cuerpos fueron trasladados a Murcia y enterrados en las respectivas localidades natales de los fallecidos.
El crimen generó protestas públicas de familiares de miembros de la Policía. Un grupo de mujeres, esposas y madres de agentes destinados en el País Vasco exigieron que les enviaran a otras regiones.
Véase también Miguel Orenes Guillamont y Juan Bautista Peralta Montoya.
Dionisio Imaz Gorostiza, de 55 años, casado, con una hija y propietario de un taller mecánico en Ordizia, Guipúzcoa, fue asesinado el 9 de abril de 1979 por miembros del comando Cefe Sarasola.
Como cada día al anochecer, Dionisio fue al taller a sacar el coche para que su contable aparcara el suyo en su lugar, cuando dos etarras le dispararon ocho tiros que le mataron en el acto. Los asesinos huyeron en un vehículo en el que les esperaba un tercer cómplice. La Policía desarticuló el comando apenas un año más tarde, y Eugenio Antonio Irastorza Fernández y Agustín Cortés Lorenzo fueron condenados a 29 años de reclusión mayor y al pago conjunto y solidario de una indemnización económica a los herederos de la víctima.
El guardia civil canario Juan Bautista García, de 24 años, destinado en la agrupación de Tráfico de Tolosa fue asesinado el 17 de abril de 1979. Tras un intento de atentado fallido en el que los Tedax encontraron y neutralizaron una bomba en los bajos de su coche, ETA planificó un segundo atentado para el 17 de abril. Al volver de madrugada al cuartel donde vivía tras pasar la noche con su prometida, le mataron sin testigos.
El conductor de un camión que iba por la Nacional I se topó con Bautista malherido con un disparo en el pecho, que le dijo: “Tengo un tiro; me han disparado. Lléveme a la clínica de San Cosme y San Damián”, le dijo. Pese a que también paró un turismo en el que viajaba un estudiante de medicina que le proporcionó primeros auxilios básicos, Bautista falleció antes de llegar al hospital.
Pedro Ruiz Rodriguez, de 30 años, natural de Villar don Pardo, Jaén, y casado desde hacía cuatro meses, trabajaba desde hacía diez en el Ayuntamiento de Durango, primero como externo y, tras aprobar las oposiciones, como policía municipal.
ETA le asesinó el 28 de abril de 1979 al mediodía, cuando dirigía el tráfico urbano, momento en el que unos etarras se acercaron a él en un coche robado y lo ametrallaron. Cinco disparos le causaron la muerte en el acto.
Juan Antonio Olagorta Arana y Juan Carlos Gorrindo Echeandia fueron condenados a 29 años de reclusión mayor y al pago de una indemnización a los familiares de la víctima; mientras que José Antonio Echevarri Ayesta y Juan Miguel Iturriaga Omar fueron condenados como cómplices del asesinato a 14 y 12 años de reclusión menor, respectivamente, y al pago subsidiario de la indemnización anterior.
El Tedax Juan Antonio Díaz Román, melillense de 28 años, casado y con tres hijos, murió en acto de servicio el 1 de mayo de 1979 al explotar la bomba que intentaba desactivar colocada por el comando Aizorrotz en un edificio de viviendas en construcción en Oñate.
Miguel Osa Aldecoa fue condenado en 1991 a 12 años y un día de prisión menor como autor del asesinato, y al pago de una indemnización económica a la viuda de Juan.
José Maestre Rodríguez, casado, de 26 años, natural de Arroche, Huelva, y su compañero Antonio Peña Solís, fueron asesinados el 2 de mayo de 1979. Aquél miércoles, día de mercado en Ordizia, el gentío obligaba a los vehículos a circular muy despacio, incluyendo el que iban los agentes, que se dirigían a Correos para recoger la correspondencia del cuartel. Aprovechando la lentitud del tráfico, un etarra se puso delante del vehículo y disparó una ráfaga de metralleta para después situarse en el lado derecho y vaciar el cargador. El agresor y un cómplice se fugaron en un coche robado en el que les esperaba otro terrorista. Los dos guardias civiles heridos fueron trasladados a la clínica San Miguel donde ingresaron cadáveres.
Véase también Antonio Peña Solís.
Antonio Peña Solís, de 26 años, natural de Valor, Granada y soltero, falleció acribillado el 2 de mayo de 1979 en el atentado de Ordizia en el que también murió su compañero José Miguel Maestre.
Relato completo del atentado en José Miguel Maestre Rodríguez.
Antonio Pérez García, natural de la localidad malagueña de Cortes de la Frontera, casado y con tres hijas, llevaba 20 años residiendo en Lemona tras diez en otras localidades vizcaínas. Trabajaba como vigilante en una empresa cementera y regentaba un bar. Tras sufrir amenazas abandonó temporalmente la localidad. Poco después de regresar fue asesinado el 17 de mayo de 1979 por miembros del comando Kioto de ETA.
La noche de su asesinato, Antonio salió de su trabajo en la cementera con un compañero, y ambos se dirigieron a su bar en coche. Al dejar a su acompañante en el establecimiento para ir a aparcar el vehículo, dos terroristas le asaltaron y uno de ellos le mató con tres disparos en el tórax, tras lo que huyeron en un coche robado.
En 1979, Juan José Larrinaga Echeverría fue condenado a 26 años, 8 meses y 1 día de reclusión mayor. En 1987, también fueron condenados a prisión Juan José Legorburu Guerediaga, Ernesto María Alberdi Olano, Juan Antonio Urrutia Aurteneche y Fernando Iraculis Albizu, así como a indemnizar a los herederos de Antonio.
El coronel Jesús Ábalos Giménez, de 61 años, casado y con cinco hijos, falleció en el atentado de Madrid en el que varios etarras atacaron un vehículo oficial del Ejército. Como resultado de esta acción terrorista también murieron el general Luis Gómez Hortigüela, el coronel Agustín Laso Corral y el conductor civil Luis Gómez Borrego.
Ábalos entró como voluntario en el Ejército con 18 años. Durante la Guerra Civil alcanzó el grado de alférez provisional y al finalizar la misma continuó con la carrera militar.
Relato completo del atentado en Luis Gómez Hortigüela.
Véase también Luis Gómez Borrego y Agustín Laso Corral.
El burgalés Luis Gómez Borrego, de 37 años, conductor en el Ministerio de Defensa, falleció en el atentado de Madrid en el que varios etarras atacaron un vehículo oficial del Ejército. En este atentado también murieron el general Luis Gómez Hortigüela y los coroneles Jesús Ábalos Giménez y Agustín Laso Corral.
Relato completo del atentado en Luis Gómez Hortigüela.
Véase también Jesús Ábalos Giménez y Agustín Laso Corral.
En 1979 el teniente general Luis Gómez Hortigüela se convirtió en el cargo militar más alto asesinado por ETA hasta la fecha, hecho que tuvo un gran impacto en la clase política y en la vida pública española.
Gómez, nacido en Burgos hacía 69 años, estaba casado y era padre de cinco hijos cuando murió el 25 de mayo de 1979, justo la víspera de la boda de una de sus hijas.
Mientras se dirigía en un coche oficial con los coroneles Jesús Ábalos Giménez y Agustín Laso Corral y el conductor Luis Gómez Borrego al Ministerio de Defensa, donde ese día asumía la Jefatura Superior de Personal del Cuartel General del Ejército, cuatro miembros del comando Argala, liderado por Henri Parot y a las órdenes del dirigente etarra Domingo Iturbe Abasolo, que les facilitó la información sobre Gómez, esperaron al vehículo en un cruce de calles. Haciéndose pasar por empleados de una obra les dispararon y uno de los etarras lanzó una granada dentro del coche. A Luis Gómez Borrego le trasladaron al hospital, pero murió una hora después.
Gómez entró en la Academia de Infantería con 15 años. Durante la Guerra Civil fue herido en combate y recibió la Medalla Militar Individual y la Medalla Laureada de San Fernando. Con el grado de coronel fue destinado al mando del Regimiento de Infantería Motorizado Saboya 6. Al ascender a general de brigada, fue nombrado gobernador militar de Santander y de Castellón de la Plana. Como general de división se hizo cargo de la Subinspección de Tropas y Servicios de la V Región Militar y del Gobierno Militar de Zaragoza. Ascendió también a capitán general de la III Región, entre otros cargos.
Henri Parot fue condenado a 30 años por cada una de las cuatro víctimas mortales y al pago económico a los herederos de las víctimas.
Véase también Jesús Abalos Giménez, Luis Gómez Borrego y Agustín Laso Corral.
El coronel Agustín Laso Corral, de 60 años, natural de Mata de Almunia, Salamanca, casado y con cinco hijos, falleció en el atentado de Madrid en el que también murieron el general Luis Gómez Hortigüela, el coronel Jesús Ábalos Giménez y el conductor civil Luis Gómez Borrego. Agustín entró en el Ejército con 18 años y participó en la Guerra Civil. Diplomado en paracaidismo, escalada y esquí, ascendió a coronel con 59 años y, unos tres meses antes de morir, pasó a la escala B.
Relato completo del atentado en Luis Gómez Hortigüela.
Véase también Jesús Ábalos Giménez, Luis Gómez Borrego.
Luis Berasátegui Mendizábal, de 33 años, casado y con una hija, poseía un taller de maquinaria agraria. Al acabar la jornada laboral, Luis tenía la costumbre de reunirse con sus amigos en un bar para jugar a las cartas, hábito que le costó la vida el 6 de junio de 1979.
A las 20.10 horas, cuando estaban en plena partida, varios terroristas entraron en el establecimiento con bolsas de plástico en la cabeza y le dispararon cuatro tiros a quemarropa que le mataron en el acto. Los asesinos huyeron en un coche robado en el que les esperaba otra persona.
En 1995, José Gabriel Urizar Murgoitio, Enrique Letona Viteri, Francisco Martín Robles y Jon Aguirre Aguiriano fueron condenados a 29 años de prisión, además de a indemnizar económicamente a los herederos de la víctima.
Andrés Antonio Varela Rúa, ourensano de 51 años, era comandante de Infantería retirado. Casado y con una hija, salía de su jornada laboral como funcionario del Ayuntamiento de San Sebastián cuando dos terroristas le dispararon por la espalda hiriéndole mortalmente en la cabeza y tórax el 7 de junio de 1979.
Varela, que también impartía clases de matemáticas en los Escolapios de Tolosa, “era un hombre encantador, querido por todos los tolosanos y dispuesto a hacer favores a cualquiera”, según le definió Iñaki Linazasoro, alcalde de Tolosa.
Ángel Baños Espada, nacido en Cartagena y padre de cinco hijos, murió a los 46 años por la explosión de una bomba colocada en la central nuclear de Lemóniz el 13 de junio de 1979. Era la segunda bomba y el tercer muerto de ETA en la central. Otro artefacto similar había acabado con la vida de Andrés Guerra Pereda y Alberto Negro Viguera un año antes.
Aquel 13 de junio, dos terroristas se colaron en las instalaciones y colocaron a punta de pistola el explosivo en el tanque de refrigeración. Pese a que ETA alertó telefónicamente de la bomba tanto a Iberduero, empresa responsable de las obras de la central, como a la emisora bilbaína Radio Popular y se realizó el protocolo de evacuación para los empleados, Baños no se percató del desalojo y murió a consecuencia de la onda expansiva de la explosión.
Los cuatrocientos trabajadores de Iberduero emitieron un comunicado público el 20 de junio denunciando la “irresponsabilidad” de ETA.
Véase también Andrés Guerra Pereda y Alberto Negro Viguera.
Héctor Abraham Muñoz Espinoza, de 39 años, natural de la localidad chilena de Concepción, vivía en Irún desde 1971. Casado con una francesa, poseía dos tiendas de antigüedades. Alrededor del mediodía del 19 de junio de 1979, mientras se hallaba trabajando en uno de sus establecimientos, dos terroristas le dispararon desde la puerta de entrada. Muñoz, que intentó refugiarse de la lluvia de balas detrás de un escritorio, fue rematado a bocajarro por los asesinos con tres disparos en la cabeza, el corazón y el cuello. Muñoz había sido amenazado de muerte en varias ocasiones y llevaba tiempo pensando en cerrar su negocio y abandonar el País Vasco. Días después del crimen, ETA militar asumió la autoría del asesinato de Muñoz acusándole de estar relacionado con distintos servicios de información internacionales.
Francisco Medina Albala, de 33 años y natural de la localidad granadina de Almuñécar, llevaba varios años viviendo en San Sebastián y trabajaba como albañil en unas viviendas que se estaban construyendo para la Guardia Civil en el barrio donostiarra de Intxaurrondo cuando fue asesinado el 22 de junio de 1979.
Esa mañana, Francisco fue tiroteado desde un coche mientras conducía su ciclomotor. Murió en el acto. Los terroristas se dieron a la fuga en un vehículo robado que la Policía encontró cerca del lugar del asesinato. ETA informó al diario Egin del paradero del dueño del coche, atado a un árbol y con la cara tapada con una capucha en el Alto de Zuloaga.
ETA militar se hizo responsable del crimen al día siguiente del atentado. Los compañeros de Francisco condenaron con vehemencia el asesinato.
El agente comercial Diego Alfaro Orihuela, de 50 años, natural de Jerez de la Frontera y residente en Sevilla, murió en el atentado de Basauri del 22 de junio de 1979. Aquella noche, mientras Diego iba en coche con otros tres agentes comerciales, pasaron cerca del cuartel de la Policía Nacional de Basauri y entraron en el fuego cruzado que la policía mantenía con un comando etarra. Los terroristas disparaban contra dos autobuses llenos de agentes procedentes de Bilbao que regresaban al cuartel tras su servicio. Diego y sus compañeros, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, se agacharon, pero dos balas perdidas entraron en el coche por la luna trasera. Una impactó en la cabeza de Diego, fracturándole el cráneo. Falleció a las pocas horas. Otros dos compañeros del vehículo sufrieron heridas leves.
Jesús María Colomo, de 26 años y casado, nació en la localidad navarra de Larraga y vivía en Ordizia desde hacía 20 años. Trabajaba de camarero en dos establecimientos: el bar del Círculo Tradicionalista de Ordizia, donde ayudaba a su padre, y la discoteca Sunday de Beasain, en la que el 6 de enero de ese mismo año fueron asesinados el guardia civil Antonio Ramírez Galardo y su novia, Hortensia González Ruiz.
El 21 de julio de 1979 a las 23 horas, Jesús María Colomo se dirigió a la discoteca en su coche y, tras aparcar y dirigirse a la sala, un etarra le disparó cinco tiros, tres de los cuales le alcanzaron en la cabeza. Ingresó cadáver en la clínica de San Miguel. Tres días después, ETA militar asumió la autoría del atentado, amenazando con proseguir la “acción armada ofensiva contra todos los soportes del Estado español en Euskadi”.
El brigada Moisés Cordero tenía 51 años, era de Isla Cristina(Huelva), estaba casado y tenía tres hijos de 21, 19 y 11 años. Llevaba menos de un mes destinado en San Sebastián cuando fue tiroteado por ETA el 28 de julio de 1979. Ese mismo día, por la mañana, la banda asesinó a Emilio López de la Peña y Miguel Ángel Saro Pérez en otro atentado. ETA cumplía así su amenaza y volvía a atacar después de un mes de calma.
A las 22.40 horas, varios terroristas ametrallaron desde un coche la casa cuartel del barrio de Herrera, en San Sebastián. Las balas alcanzaron a tres agentes: Antonio Pastor Martín, José Álvarez Hillos y Moisés Cordero López. Los tres fueron trasladados a la residencia Nuestra Señora de Aránzazu donde fueron ingresados en la UCI. Moisés fallecía a las 3.30 horas a causa de seis disparos.
Su entierro tuvo lugar en el pueblo onubense de Encinasola, donde había pasado su infancia y juventud.
Véase también Antonio Pastor Martín, Miguel Ángel Saro Pérez y Emilio López de la Peña
El guardia civil Antonio Pastor Martín tenía 24 años, estaba casado y era de Palencia. Llevaba apenas dos días destinado en el cuartel de Donostia cuando ETA le ametralló desde un coche el 28 de julio de 1978. Fue trasladado al centro sanitario Nuestra Señora de Aránzazu donde murió a las pocas horas. En el mismo atentado también falleció su compañero Moisés Cordero López. Ese mismo día ETA asesinó en otro atentado a Emilio López de la Peña y Miguel Angel Saro Pérez.
Ese mismo fin de semana ETA perpetró varios atentados terroristas en el País Vasco y Navarra. En Pamplona, dos policías sufrieron conmociones por la explosión de un artefacto que intentaban desactivar en un cuartel de la Policía Nacional deshabitado. También en la capital navarra, ETA ametralló a dos guardias civiles de tráfico que resultaron heridos. En el puente colgante de Portugalete explosionó un artefacto cuya onda expansiva causó daños en los edificios colindantes. Y en el barrio bilbaíno de Urioste los ocupantes de un coche intentaron atropellar a dos guardias civiles.
Relato completo del atentado en Moisés Cordero López.
Véase también Emilio López de la Peña y MIguel Ángel Saro Pérez.
El policía nacional Emilio López, segoviano de 30 años y soltero, fue asesinado el 28 de julio de 1979. Tras dejar momentáneamente el control de carretera que vigilaba junto al cabo Miguel Ángel Saro Pérez para dirigirse a pie a un estanco cercano, varios etarras les dispararon desde un coche y huyeron. Pese a que después del atentado se realizaron numerosos controles, no se encontró rastro de los terroristas. Ambos agentes fallecieron cuando eran trasladados al hospital de Basurto.
Véase también Miguel Ángel Saro Pérez.
El cabo de la Policía Nacional Miguel Ángel Saro Pérez, de 30 años, santanderino, casado y con tres hijos, murió tiroteado por ETA en el atentado del 28 de julio de 1979 en el que también falleció el agente Emilio López de la Peña.
Relato completo del atentado en Emilio López de la Peña.
La decisión de ETA militar de reactivar sus ofensivas terroristas a finales de julio de 1979 había provocado cinco muertos. A estos ataques se unieron las acciones de la facción político militar de ETA que desencadenó una serie de atentados indiscriminados en el aeropuerto de Barajas y en las estaciones de tren de Atocha y Chamartín, con un balance de siete muertos y más de cien heridos.
El primero de esta cadena de atentados tuvo lugar el 29 de julio de 1979 a las 13.01 horas en la terminal de vuelos nacionales de Barajas. La explosión de una maleta bomba, cerca de una consigna contigua a los aseos, afectó a varios miembros del equipo de submarinismo de Tenerife que regresaban a la isla tras un campeonato en Oviedo. El atentado se cobró la vida de José Manuel Amaya Pérez, de 32 años, casado, con dos hijos, y delegado del equipo de submarinismo de Tenerife. Su madre, su hermana y otros familiares conocieron la noticia de su muerte por el Telediario de las 20 horas cuando el locutor pronunció su nombre entre los fallecidos. Varios miembros del equipo de submarinismo y otras cuatro personas resultaron heridas de gravedad.
El 29 de julio de 1979 explotaron tres bombas en sendos puntos de Madrid. La segunda estalló en la estación de Chamartín a las 13.11 horas, diez minutos después de la de Barajas.
Los terroristas habían colocado una maleta llena de explosivos, como la del aeropuerto, en una de las taquillas automáticas del armario central de la consigna, junto a la sala de espera llena de viajeros y muy cerca de una cafetería de la planta baja.
Al explotar, Dorothy Fertig, estudiante danesa de 20 años, resultó decapitada. Hubo medio centenar de heridos, entre ellos una joven alemana compañera de Dorothy. Otro de los heridos, José Manuel Juan Boix, falleció a causa de la gravedad de las lesiones. La mayoría de las víctimas fueron trasladadas al hospital de La Paz y el servicio ferroviario quedó interrumpido varias horas.
Los terroristas trataron de responsabilizar de los asesinatos a las autoridades, alegando que poco después de las 12 horas habían avisado de la colocación de las bombas a la agencia Euskadi Press. El aviso no permitió el desalojo de las instalaciones amenazadas. Las autoridades dijeron que, solo en Madrid, se recibían de 15 a 20 amenazas falsas de bomba en aquellas fechas.
Véase también José Manuel Juan Boix y José Manuel Amaya Pérez.
José Manuel Juan Boix, de 18 años, nacido en Zaragoza, era un joven estudiante y un prometedor atleta cuando fue víctima de una bomba de ETA el 29 de julio de 1979, cuyas heridas le causaron la muerte un mes después.
José Manuel acababa de ganar el Campeonato de España júnior de tres mil metros lisos y poco antes había sido campeón del mundo del equipo júnior de campo a través en Limerick (Irlanda). También consiguió la marca necesaria para poder participar en el Campeonato de Europa Júnior al Aire Libre. Su vida deportiva se desarrolló en dos clubes aragoneses: el Iris y el Scorpio 71.
El 29 de julio de 1979, José Manuel estaba en la estación de Chamartín cuando explotó una bomba que le hirió de gravedad. Ingresó en el hospital La Paz con un politraumatismo muy severo. Aunque en un principio parecía que iba a poder salvarse, empeoró y murió el 18 de agosto.
En homenaje a José Manuel se inauguró una pista de atletismo con su nombre en Zaragoza y cada año, desde que murió, se organiza un memorial.
Véase el relato completo del atentado en Dorothy Fertig.
La tercera bomba de ETA que estalló el 29 de julio de 1979 en Madrid estaba colocada en una oficina de facturación de coches cama de la estación de Atocha, detrás de la caseta de información a los viajeros.
Como las dos anteriores, la bomba estaba escondida en una cabina de las consignas de equipajes. Explotó a las 13.15 horas y fue el artefacto que más daños causó: dos muertos al instante, un tercero pasadas unas horas y un cuarto fallecido apenas tres días más tarde. Más de 40 personas tuvieron que ser atendidas en centros sanitarios.
Una de las cuatro víctimas mortales de esta explosión fue el guardia civil retirado Juan Luna Azol, natural de Jaén, de 53 años.
En total, 113 personas resultaron heridas y 27 hospitalizadas por el triple atentado. El hospital La Paz atendió a 40 personas; el Primero de Octubre a 30 heridos; y el Francisco Franco, a 13; diez personas más fueron asistidas en la casa de socorro de Retiro-Mediodía y 20 en el botiquín de las instalaciones de Renfe.
Las emisoras de radio solicitaron urgentemente donaciones de sangre aunque el llamamiento tuvo que ser cancelado porque los madrileños colapsaron los hospitales para ofrecer su ayuda.
El 2 de agosto, ETA político-militar anunció que detenía su “lucha armada” ante la presión recibida por la situación de indignación de los ciudadanos, de los políticos y de los medios de comunicación tanto nacionales como extranjeros, e informó sobre bombas colocadas en Sitges, Salou y Alicante que todavía no habían explotado.
Véase también Dionisio Rey Amez.
El 29 de julio de 1979, el joven estudiante Jesús Emilio Pérez Palma fue gravemente herido y trasladado al Primero de Octubre, donde falleció pocas horas después por la bomba que ETA hizo estallar en la estación de Atocha.
Véase el relato completo del atentado en Juan Luna Azol.
Véase también Guadalupe Redondo Vian y Dionisio Rey Amez.
La bomba que estalló en Atocha el 29 de julio de 1979 alcanzó a tres miembros de una misma familia: Guadalupe Redondo Vian, natural de León, de 59 años, ama de casa; a su marido, Dionisio Rey Amez; y a la hija de ambos, Carmen Rey Redondo, que ingresó en La Paz y fue la única que sobrevivió.
Guadalupe falleció en el acto al estallar la bomba, Dionisio murió cuatro días más tarde en la residencia sanitaria Francisco Franco.
Relato completo del atentado en Juan Luna Azol.
Véase también Jesús Emilio Pérez Palma y Dionisio Rey Amez.
Dionisio Rey Amez, natural de León, era policía nacional retirado. Murió en el atentado de la estación de Atocha del 29 de julio de 1979 en el que también fallecieron su esposa, Guadalupe Redondo Vian, el estudiante Jesús Emilio Pérez Palma y el guardia civil retirado Juan Luna Azol. Su cuerpo fue trasladado a su tierra natal para ser enterrado.
Relato completo del atentado en Juan Luna Azol.
Véase también Jesús Emilio Pérez Palma y Guadalupe Redondo Vian.
El guardia civil Juan José Tauste Sánchez, natural de Villacarrillo (Jaén), tenía 26 años y estaba casado con María Concepción García Bouzas, de 18. La pareja comenzó a vivir en la casa de los padres de ella, en la calle Txonta, de Eibar, localidad donde Juan José estaba destinado.
Hacia las 8.30 horas del 4 de agosto de 1979, Juan José subió a su Ford Fiesta para ir a trabajar al cuartel cuando dos individuos vestidos con gabardinas sacaron sus pistolas y le dispararon hasta matarle.
ETA militar asumió la autoría del asesinato y expresó su intención de continuar con los atentados para que las fuerzas de orden público abandonasen Euskadi.
Antonio Nieves Cañuelo, de 23 años, era de Marmolejo (Jaén), estaba casado y tenía dos hijos. Eran las 12.10 horas del 8 de agosto de 1979 cuando cuatro terroristas atentaron contra él y dos compañeros.
Antonio conducía por una pista interior del aeropuerto vizcaíno de Sondica un Land Rover oficial e iba con sus compañeros de patrulla, Juan Cortijo Durán y Benito Rodríguez Lera. Dos terroristas estaban ocultos tras una tapia del cementerio británico, a 50 metros de ellos, esperándoles para disparar. Otros dos terroristas vigilaban a seis rehenes.
Cuando tuvieron el Land Rover a su alcance ametrallaron a los agentes. Alcanzaron a Antonio, por lo que el vehículo zigzagueó, dio una vuelta de campana y acabó destrozado. Los agentes fueron trasladados a centros sanitarios, pero cuando Antonio llegó al hospital de Basurto ya había fallecido. Sus compañeros, heridos de gravedad, lograron sobrevivir.
En el lugar donde estaban los etarras encontraron más de cincuenta casquillos.
El policía municipal Manuel Ferreira Simois, de 47 años, había nacido en Untas (Ourense). Llevaba 15 años viviendo en el País Vasco y los últimos diez trabajando como policía municipal en Portugalete. Estaba casado y tenía ocho hijos. Uno de ellos, Francisco Javier Ferreira Castro, era miembro del Cuerpo Nacional de Policía y 25 años más tarde fue víctima de otro atentado de ETA en el que resultó herido leve, el 18 de junio de 2004. Manuel había recibido diversas amenazas: le habían enviado una esquela con su nombre y realizado pintadas en su domicilio anunciando su muerte.
El 13 de agosto de 1979, Manuel se encontraba dirigiendo el tráfico entre las calles General Castaños y Gregorio Uzquiano de Portugalete. Hacia las 13.30 horas, ordenó a un coche que se detuviera para dejar paso a los vehículos de la otra vía. El coche paró y de él se apeó un encapuchado que se acercó al policía y le disparó. Fue trasladado a la clínica de San Juan de Dios en estado grave y, posteriormente, al hospital de Cruces, donde ingresó muerto.
Antonio López Carrera, de 66 años, era de Camposanto (Cantabria) y tenía cuatro hijos. Vivía en Vizcaya desde hacía unos 40 años. Trabajó hasta jubilarse en la factoría de Astilleros Españoles de Olabeaga. Anteriormente había formado parte de la Guardia de Franco y había recibido amenazas de ETA.
La noche del 16 de agosto de 1979, Antonio y su esposa salieron a cenar con unos amigos al bar de Sondica. Cuando llegaron a casa, su esposa se dio cuenta de que había olvidado el jersey en el restaurante. Antonio volvió a recogerlo y de regreso a su domicilio tres etarras le ametrallaron por la espalda y huyeron en un coche robado.
En 1982, José María Astola Iruretagoyena, Juan Bilbao Moro y Luis Alberto Pastor Landa fueron condenados como autores del atentado a 26 años, 8 meses y un día de cárcel. También fueron condenados a pagar una indemnización económica a los herederos de Antonio.
El 30 de agosto de 1979, José María Pérez Rodríguez, de 28 años y de Gilena (Sevilla), viajaba con otros seis agentes de Policía vestidos de paisano en el tren de las 7.30 horas que les llevaba desde San Sebastián a Zumárraga. Cuando llegaron caminaron por una senda vecinal para llegar a la comisaría. Subieron una pendiente corta y el primero del grupo, al superar el desnivel, vio a dos encapuchados salir de un vehículo con metralletas, avisó a sus compañeros y se puso a cubierto. Un tercer terrorista salió de detrás de un camión y comenzó a disparar.
Todos los agentes pudieron ponerse a salvo excepto José María Pérez. En el lugar del atentado se encontraron casi setenta casquillos de balas disparadas por ETA.
José María fue trasladado a la clínica Orbegozo pero falleció antes de ingresar. Recibió ocho disparos, uno de ellos en el corazón. Fue enterrado en la localidad de San Juan de Aznalfarache.
El policía nacional Aureliano Calvo tenía 38 años, estaba casado y era padre de dos niñas de 12 y 3 años y de un niño de 6 meses. Fue encontrado muerto por varios disparos en el interior del taxi con el que trabajaba en sus horas libres. El vehículo fue localizado en la avenida de Tolosa, junto al colegio inglés. Los restos del policía fueron enterrados en Quintana de Valdelucio (Burgos), donde había nacido.
Al día siguiente del asesinato, los taxistas de San Sebastián efectuaron un paro como protesta contra el atentado de ETA.
Modesto Carriegas Pérez, natural de Arcentales (Vizcaya), cumplió 47 años la víspera de su asesinato. Casado y con cinco hijos, era director de una sucursal del Banco Hispano Americano. En las elecciones generales fue número dos en la lista del partido Unión Foral, formación política federada a Alianza Popular.
El 27 de enero de 1979 ya había sufrido un atraco y había sido secuestrado por ETA político militar en el banco donde trabajaba. Los terroristas robaron diez millones de pesetas y se llevaron a Modesto como rehén desde Barakaldo hasta Bilbao. Posteriormente fue liberado en un bar, donde le indicaron que permaneciera hasta las 9 horas.
Ocho meses más tarde, el 13 de septiembre de 1979, dos etarras le esperaron escondidos en la escalera que bajaba hasta el sótano de su casa, en el número 3 de la plaza 18 de Julio de Barakaldo. Eran las 8 de la mañana cuando, al llegar al portal, le dispararon cuatro veces, hiriéndole en la cabeza y en el estómago.
Los terroristas huyeron en un coche que fue encontrado por la Policía Nacional en Portugalete. Tras el asesinato, la familia recibió una carta de ETA en la que se les instaba a irse de Barakaldo.
En 2004 el Ayuntamiento de Barakaldo homenajeó a las víctimas de ETA asesinadas en la localidad o nacidas allí.
El comandante de infantería Julián Ezquerro Serrano, de 39 años, nació en la localidad riojana de Pradejón. Estaba casado y tenía tres hijos. Ingresó en la academia militar en 1957 y ascendió a comandante en julio de 1979. Fue destinado al Gobierno Militar de Vizcaya, donde solo llevaba 15 días cuando fue asesinado por ETA. Tenía los diplomas de Estado Mayor, cazador paracaidista, piloto de helicópteros y aptitud pedagógica. Antes de irse a Bilbao, estuvo destinado en la Unidad de Helicópteros en la Brigada Paracaidista y fue profesor en la Academia General Militar.
El 19 de septiembre, el comandante Ezquerro y el coronel de Caballería, Aurelio Pérez-Zamora Cámara, iban en coche desde el cuartel de infantería Garellano al Gobierno Militar. Conducía el soldado Gustavo Pérez Domínguez, Ezquerro iba de copiloto y Pérez-Zamora en el asiento de atrás. Poco después de salir, pasaron por debajo de la autopista que actualmente es la avenida de Sabino Arana, cuando tres terroristas que conducían un vehículo robado se colocaron en el lateral derecho y les ametrallaron por el costado y la parte trasera. Ezquerro falleció en el acto, y Pérez-Zamora fue herido de gravedad y trasladado al hospital de Basurto, donde murió poco después.
El soldado Pérez, de 21 años, chófer del vehículo, salió a pie del coche después de recibir uno de los disparos por la espalda y se desmayó por la conmoción. Rápidamente le trasladaron en un coche al hospital, donde le intervinieron de una herida de carácter leve.
Al día siguiente tuvo lugar una protesta en contra de la violencia en el País Vasco. Cuatro días más tarde la organización terrorista ETA militar se declaró responsable del atentado a través de un comunicado en diferentes medios de comunicación.
Véase también Aurelio Pérez-Zamora Cámara.
El coronel Aurelio Pérez-Zamora Cámara había empezado a trabajar en el Gobierno Militar de Bilbao el 23 de julio, dos meses antes de ser asesinado por ETA en el atentado perpetrado en Bilbao el 19 de septiembre, cuando un comando acribilló el vehículo en el que viajaba. En el atentado también murió el comandante Julián Ezquerro Serrano.
Pérez, de 59 años, era natural de Santa Cruz de Tenerife y estaba casado. Ascendió a coronel con 57 años y tenía varios diplomas de especialista en carros de combate, automovilismo y cría caballar.
Relato completo del atentado en Julián Ezquerro Serrano.
El general de brigada Lorenzo González-Vallés Sánchez, de 59 años, era de Ceuta. Estaba casado con Josefina Seco y tenían cinco hijos. Uno de ellos era teniente de Ingenieros y estaba destinado en San Sebastián en el momento del atentado, otros dos eran periodistas y los demás estaban estudiando. Había sido destinado a San Sebastián como gobernador militar hacía pocos meses. González-Vallés ingresó como voluntario en la Marina para prestar sus servicios en el buque Almirante Cervera. Después hizo los cursos de alférez provisional e ingresó en la Academia de Transformación de Infantería. Formó parte de la División Azul. Su vida militar transcurrió en las guarniciones de Melilla, A Coruña, Lanzarote, Cáceres, Barcelona y Lleida.
El general González-Vallés y su mujer, Josefina, tenían la costumbre de salir a pasear por la playa de La Concha los días festivos. El domingo 23 de septiembre, a media mañana, salieron de su casa en el Gobierno Militar junto a uno de sus hijos para dar un paseo e ir a misa. Poco después de salir, cuando su hijo se había alejado un poco, González-Vallés se paró junto a una barandilla de La Concha. Dos terroristas se le acercaron y le dispararon en la sien. No tuvo tiempo de reaccionar y cayó al suelo muriendo en el acto. Los dos terroristas se dieron a la fuga por un callejón donde les esperaba otra persona en un coche robado.
Josefina estuvo un rato abrazada a su marido, ya sin vida, hasta que llegó su hijo.
La mayoría de las fuerzas políticas democráticas interpretaron el asesinato como un intento por parte de los terroristas de provocar la interferencia de las Fuerzas Armadas en el proceso de democratización que estaba viviendo el país.
Sixto Holgado, de 46 años, era de Bañobárez (Salamanca) y trabajaba como taxista en Rentería. Se había casado por segunda vez hacía seis meses y tenía ocho hijos de su anterior matrimonio con edades de entre 5 y 20 años.
Sicto entró en la Policía Municipal de San Sebastián con 26 años y estuvo hasta los 30, cuando se dio de baja voluntariamente. Después de trabajar durante cinco años como repartidor de Coca-Cola, compró una licencia de taxista en Rentería.
El 26 de septiembre, de madrugada, los empleados de recogida de basuras del vertedero de San Marcos, cerca del barrio de Beraun, en Rentería, descargaban un camión cuando encontraron el cuerpo de Sixto con un tiro en la nuca. Los últimos que le vieron con vida fueron algunos compañeros, poco después de las 21.30 horas de ese día, en la parada de taxis de la calle Biteri. Se desconoce lo que pasó entre ese momento y su asesinato.
Según las investigaciones policiales, se cree que los terroristas subieron al taxi y obligaron al taxista a conducir hasta el vertedero de basuras, donde fue obligado a agacharse o tumbarse en el suelo y asesinado de un disparo.
Después de matarle, los terroristas huyeron en su taxi. El vehículo apareció a las 9 de la mañana del día siguiente en las proximidades del caserío Larramendi, muy cerca de su casa.
El 8 de octubre, ETA reivindicó la autoría del atentado en un comunicado que envió a varios medios de comunicación. El 27 de septiembre, los 31 taxistas de Rentería paralizaron su trabajo durante todo el día como protesta.
Luis María Uriarte Alza, natural de Durango (Vizcaya), tenía 56 años y estaba casado con Victoria Garay, con quien tenía tres hijos. Fue alcalde de Bedia durante once años, ex diputado provincial y ocupó un escaño en la Diputación Foral tres años antes de su asesinato. Tras casi dos años lejos de su casa por amenazas terroristas, Luis María regresó a Lemona en abril de 1979.
El exalcalde había reanudado su trabajo en un taller de reparación de camiones a donde se dirigió el 29 de septiembre de 1979 como habitualmente. A las 8 de la mañana estaba leyendo un periódico en el coche, antes de comenzar la jornada laboral, cuando dos etarras le dispararon. Fue trasladado al hospital de Basurto, en Bilbao, donde fue intervenido quirúrgicamente. Falleció el 5 de octubre. La rama militar de ETA asumió la autoría del atentado terrorista el 2 de octubre de 1979.
Alfonso Manuel Vilariño Orce llevaba cuatro años como cabo de la Policía Municipal de Amorebieta y había sido amenazado por ETA en varias ocasiones. Era de Ferrol, tenía 49 años, estaba casado y tenía cuatro hijos.
La tarde del domingo 30 de septiembre de 1979 había ido al frontón Jai Alai de Gernika para ver los partidos de cesta punta. A la salida, tres terroristas encapuchados se acercaron y uno de ellos le disparó una ráfaga de nueve impactos que le mató. Tres días después del atentado, ETA militar asumió la autoría del asesinato.
Unos meses antes Alfonso ya había sido ametrallado en el interior de un coche, pero no fue alcanzado por ningún disparo y logró salir ileso.
El miembro del comando Kioto Juan José Larrinaga Echeverría fue condenado a 26 años de reclusión mayor. Posteriormente se impuso la misma pena a Juan José Legorburu Guerediaga. Ambos fueron condenados también al pago conjunto y solidario de una indemnización a los herederos legales de la víctima.
El fin de semana del 30 de septiembre fueron asesinados el exalcalde de Bedia, Luis María Uriarte Alza , el jefe de la Policía Municipal de Amorebieta, Alfonso Manuel Vilariño Orce, y el camarero, Pedro Goiri Rovira, de Las Arenas (Getxo), casado y con un hijo de seis meses.
A las 4 de la madrugada Pedro Goiri Rovira se encontraba en el bar La Pianola con su esposa, otra empleada del bar y un amigo.
Dos encapuchados irrumpieron de improviso. Uno de ellos gritó: “Somos de ETA” y exigió el dinero de la caja. Pedro se dirigió al etarra en tono tranquilo y le dijo: “Yo a ti te conozco”. En ese mismo instante, el etarra le disparó en el corazón y le golpeó con la culata en la cabeza al caer al suelo.
ETA pretendió justificar el asesinato de Goiri acusándole de colaborador policial. La hipótesis de la investigación fue que los terroristas al ser reconocidos le mataron.
El día de su asesinato, a partir de las 16 horas, todos los bares de la zona de Getxo cerraron en señal de duelo y protesta por el atentado.
Véase también Luis María Uriarte Alza y Alfonso Manuel Vilariño Orce.
Carlos Sanz Biurrun, de 39 años y natural de Guenduláin (Navarra) llevaba cinco años casado y no tenía hijos. En 1953 entró en el seminario diocesano de Pamplona donde estudió Filosofía y Teología, aunque no llegó a ordenarse. En 1962 entró en la Policía en Bilbao y poco tiempo después volvió a Pamplona, donde accedió a la Brigada de Investigación Criminal. Cuando ETA aumentó sus acciones terroristas en Navarra, los familiares de Sanz intentaron convencerle para que cambiara su vida profesional y priorizara su título de magisterio, pero él prefirió seguir siendo policía, profesión por la que sentía vocación.
El 8 de octubre de 1979 varios terroristas del comando Nafarroa le esperaron en la Bajada de Labrit, cerca de su casa. A las 14.45 horas, cuando estaba llegando a su domicilio, fue tiroteado por la espalda y murió en el acto.
Dos días después, ETA asumió la autoría de este asesinato y el ametrallamiento de varios policías en un bar de San Sebastián.
En 2004 se hizo un homenaje a las dos víctimas de ETA en Pamplona, Carlos Sanz Biurrun y Pedro Fernández Serrano, muerto el 5 de abril de 1979.
María Mercedes Galdós Arsuaga, miembro del Comando Nafarroa, fue condenada a una pena de 24 años de reclusión mayor. José Ramón Martínez de la Fuente Inchaurregui también fue condenado, como cómplice, a una pena de 18 años de prisión menor. Además, fueron obligados a indemnizar económicamente a los herederos de la víctima.
Véase también Pedro Fernández Serrano.
Antonio Mesa Portillo fue trasladado desde Sevilla a la comisaría de Getxo cuando ascendió a comisario. Tenía 42 años, era de Rosal de la Frontera (Huelva) y estaba casado.
El 11 de Octubre de 1979, Antonio y el inspector Miguel Ángel González salieron de la comisaría para ir a comer a sus respectivas casas. Iban en el mismo coche oficial, Miguel Ángel al volante, cuando pararon en un semáforo de la entonces avenida del Ejército, en Algorta. En ese instante varios individuos ametrallaron el vehículo por la derecha. Antonio fue alcanzado por veinte impactos y Miguel Ángel González por cuatro balas en la pierna derecha. Fueron trasladados a la casa de socorro de la localidad y desde allí, al hospital civil de Basurto. Antonio ingresó muy grave tras perder mucha sangre. Falleció 22 días después del atentado.
También fue herido leve un vecino de Algorta, Francisco Andrés Cobreros, que estaba dentro de un bar cercano al semáforo donde fueron ametrallados los policías.
Germán González fue la primera víctima mortal de ETA desde la aprobación en referéndum del Estatuto de Autonomía, como marco para el autogobierno en Euskadi. Tenía 35 años y era natural de La Horcajada (ávila), pero vivía en Zumaya.
Germán era afiliado de UGT y del Partido Socialista de Euskadi (PSE) y había participado activamente para movilizar el voto a favor del Estatuto. El día de la aprobación del referéndum estuvo en una mesa electoral en representación del PSE. Dos días después, el 27 de octubre de 1979, miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas le asesinaron en Urretxu, en la plaza de Iparraguirre. Germán estaba cerrando el maletero del coche cuando un terrorista se le acercó por la espalda y le disparó matándole en el acto. Cerca de 5.000 personas se manifestaron
El mismo día del atentado, los Comandos Autónomos se hicieron responsables de su asesinato. Jesús María Larzabal Bastarrika y Juan Carlos Arruti Azpitarte fueron condenados a una pena de 26 años de reclusión mayor y al pago de una indemnización a los herederos de la víctima.
El guardia civil Manuel Fuentes Fontán, de 29 años y nacido en Pontevedra, llevaba cinco años destinado en el País Vasco y vivía en Santurce. Recientemente había solicitado el traslado a Pontevedra, pero le comunicaron que debía esperar porque los agentes casados tenían prioridad.
Si no estaba de servicio solía visitar a su novia en Portugalete. El 31 de octubre de 1979 comió en casa de su novia y a las 15:30 horas se dirigió al cuartel de Santurce. Cuando iba a subir al coche, dos individuos, uno encapuchado y otro con la cara cubierta con un pañuelo, le dispararon con una pistola y un subfusil.
Manuel recibió 12 balazos dentro de su coche. Tras los disparos, su novia se asomó a la ventana y vio como escapaba uno de los terroristas. Bajó a la calle, se acercó al coche y encontró a Manuel agonizando. Fue trasladado en ambulancia a la clínica San Juan de Dios, en Santurce, donde murió minutos después de ingresar.
El día siguiente al atentado, alrededor de mil personas se manifestaron en Portugalete en protesta por el asesinato.
Fernando Rodríguez Espínola, de 53 años, natural de Sevilla y soltero, llevaba 24 años trabajando como guarda forestal en Icona, los últimos quince en la zona de Oiartzun. Además colaboraba como corresponsal en El Diario Vasco y en La Voz de España.
El 12 de noviembre de 1979, a las 13 horas, Fernando estaba tomando un aperitivo en un bar de Oiartzun donde solía almorzar habitualmente, cuando tres terroristas le dispararon siete tiros, uno de ellos en la cabeza, que le provocaron la muerte en el acto.
Fernando fue enterrado en su ciudad natal, Sevilla. Alrededor de dos mil personas acompañaron al féretro en silencio hasta el cementerio. Al día siguiente del asesinato, ETA militar asumió la autoría enviando un comunicado a varios medios de comunicación de Bilbao, en el que acusaban a Fernando de ser confidente de la Guardia Civil.
Juan Luis Aguirreurreta tenía 32 años y era natural de Mondragón. Casado y con dos hijos pequeños trabajaba en el departamento de contabilidad de la empresa Pinturas Velasco, de Mondragón.
El 16 de noviembre de 1979 salió de su domicilio a las 14:30 horas, después de comer, para regresar a su trabajo. Caminaba por la calle San Francisco cuando al llegar a la confluencia con la calle Ignacio Zuloaga, dos etarras le dispararon por la espalda. Juan Luis fue alcanzado por seis disparos y cayó al suelo herido de muerte. Los terroristas huyeron en un coche robado donde les esperaba un cómplice.
Los Comandos Autónomos Anticapitalistas se responsabilizaron del atentado y acusaron a la víctima de ser confidente de las Fuerzas de Seguridad. Vicente Senar Huete fue condenado a 22 años de reclusión mayor en concepto de cooperador necesario. Juan Carlos Arruti Azpitarte, Paterra —quien tras pertenecer a los CAA pasó a formar parte de ETA militar—, fue condenado a 28 años de reclusión mayor y al pago, junto a Vicente, de una indemnización a los herederos de la víctima.
Antonio Alés, de 19 años, estaba soltero y era natural de Cuenca. El 28 de noviembre de 1979, Antonio y dos compañeros del cuartel de Azpeitia, Pedro Sánchez Marfil y Ángel García Pérez, fueron al bar Izaro, en el barrio de Juandegi, con la mujer de Pedro que estaba embarazada. Este local era frecuentado por miembros del Instituto Armado aunque estaba alejado del cuartel.
Los guardiaciviles se situaron de pie junto a la barra del bar para tomar algo. Al poco tiempo, entraron cuatro individuos que pidieron una consumición, pagaron y salieron a la calle. Minutos después regresaron con armas que habían cogido de un coche aparcado en la puerta. Antes de que los agentes pudieran reaccionar, los cuatro terroristas, miembros del Comando Goierri de ETA, separaron violentamente a la mujer de Pedro Sánchez y comenzaron a disparar por la espalda a los tres agentes, a quienes remataron en el suelo. Los cuatro terroristas escaparon en un vehículo robado con la ayuda de Juan María Tapia Irujo, colaborador del comando que les alojó en su casa. La mujer de Pedro salió a la calle a pedir ayuda y se encontró con dos coches de la Guardia Civil que pasaban en ese momento por delante del bar.
Juan María Tapia Irujo fue condenado a tres penas de 9 años de prisión mayor, como encubridor de los tres delitos de asesinato y, subsidiariamente, al pago de las correspondientes indemnizaciones económicas. Pedro María Leguina Aurre, fue declarado autor del asesinato tras las investigaciones y condenado a tres penas de 30 años de reclusión mayor y a indemnizar a los herederos de cada una de las víctimas. Fue detenido por la policía francesa en 1999.
Véase también Ángel García Pérez y Pedro Sánchez Marfil.
El guardia civil Ángel García Pérez tenía 20 años, estaba soltero, y era natural de Vitigudino (Salamanca). Cuatro miembros del comando Goierri de ETA le mataron junto a sus compañeros, Antonio Alés Martínez y Pedro Sánchez Marfil, cuando se encontraban en el bar Izaro, en el barrio de Juandegi, el 28 de noviembre de 1979.
Relato completo del atentado en Antonio Alés Martínez.
Véase también Pedro Sánchez Marfil.
El guardia civil Pedro Sánchez Marfil tenía 20 años y era de Moreda (Granada). El 28 de noviembre de 1979, Pedro estaba en el bar Izaro, en el barrio de Juandegi, con su mujer embarazada y dos compañeros, Antonio Alés Martínez y Ángel García Pérez. Los tres guardiaciviles fueron asesinados por cuatro etarras del Comando Goierri que entraron en el bar y les acribillaron.
Relato completo del atentado en Antonio Alés Martínez.
Véase también Ángel García Pérez.
Juan Cruz Montoya Ortueta, de 59 años, era el conserje del colegio de los Marianistas de Vitoria. Había nacido en Zambrana (Álava), estaba casado y tenía un hijo de 28 años.
El 18 de diciembre de 1979, Juan salió de su trabajo a las 20:30 horas. Dos individuos, miembros del comando Treviño de ETA, le estaban esperando en la puerta del centro escolar y le dispararon a bocajarro, en presencia de dos alumnos.
ETA decidió asesinar a Juan porque creía que era un guardia civil retirado. Al darse cuenta del error la banda trató de ocultar su autoría del crimen. Los etarras Saturnino López Domaica, Luis Javier Izaga González y José Miguel López de Muniain Díaz de Otalora fueron condenados a 26 años, 8 meses y 1 día de reclusión mayor cada uno, y al pago de una indemnización a los herederos de la víctima.
Dos días después de su asesinato, cerca de 4.000 personas se manifestaron en silencio por las calles de Vitoria en protesta por el asesinato.