La decisión de ETA militar de reactivar sus ofensivas terroristas a finales de julio de 1979 había provocado cinco muertos. A estos ataques se unieron las acciones de la facción político militar de ETA que desencadenó una serie de atentados indiscriminados en el aeropuerto de Barajas y en las estaciones de tren de Atocha y Chamartín, con un balance de siete muertos y más de cien heridos.
El primero de esta cadena de atentados tuvo lugar el 29 de julio de 1979 a las 13.01 horas en la terminal de vuelos nacionales de Barajas. La explosión de una maleta bomba, cerca de una consigna contigua a los aseos, afectó a varios miembros del equipo de submarinismo de Tenerife que regresaban a la isla tras un campeonato en Oviedo. El atentado se cobró la vida de José Manuel Amaya Pérez, de 32 años, casado, con dos hijos, y delegado del equipo de submarinismo de Tenerife. Su madre, su hermana y otros familiares conocieron la noticia de su muerte por el Telediario de las 20 horas cuando el locutor pronunció su nombre entre los fallecidos. Varios miembros del equipo de submarinismo y otras cuatro personas resultaron heridas de gravedad.