La tarde del 29 de mayo de 1991, ETA impactó un coche-bomba contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Vic (Barcelona) tras detonarlo a distancia. Del edificio, en el que vivían 14 agentes, 13 mujeres y 22 niños, sólo quedó en pie la fachada. Se tuvieron que utilizar grúas y perros adiestrados para rescatar a las víctimas de debajo de los escombros. Nueve personas fallecieron, cinco de ellas menores, y otras cuarenta y cuatro resultaron heridas.
Por su parte, el guardia civil Ramón Mayo García murió atropellado por una ambulancia cuando auxiliaba a los afectados. Fue reconocido como víctima del terrorismo en 2005. Debido al volumen de afectados, el Hospital General de Vic se colapsó y algunos heridos tuvieron que ser evacuados en helicóptero a centros de Barcelona. Vic se volcó con las víctimas donando sangre masivamente y ofreciendo sus hogares a los damnificados.
Al día siguiente, la Guardia Civil desarticuló el comando Barcelona. Monteagudo, responsable de activar el explosivo, y Juan Félix Erezuma Uriarte murieron en el operativo; mientras que Juan José Zubieta Zubeldia, que no opuso resistencia, María Pilar Ferreiro Bravo y Jordi Mas Trullenque fueron detenidos. Zubieta fue condenado a 1.311 años y a indemnizar económicamente a los herederos de los nueve fallecidos y al resto de heridos, cuyo coste finalmente fue asumido por el Estado. Ferreiro y Mas Trullenque fueron condenados a 8 y 6 años de cárcel respectivamente.