El 26 de enero de 2001, Ramón Díaz García salió de casa, en el barrio donostiarra de Loyola, para ir a su trabajo en la Comandancia de Marina. Antes partir, se tomó un café y leyó el periódico en el bar donde solía desayunar. Después subió al coche y lo puso en marcha. En ese momento una bomba-lapa, colocada por un etarra en los bajos del vehículo la noche anterior, explotó y le mató en el acto. La explosión también hirió a otras cuatro personas.
Ramón, de 51 años y natural de Salamanca, estaba casado y tenía una hija y un hijo. Vivía en el País Vasco desde los 11 años. Era cocinero en la Comandancia de Marina de San Sebastián y electricista de formación. Cocinaba en la Sociedad Loyolatarra y en otros establecimientos cercanos a su casa. Además, participaba en la organización de actividades lúdicas en el Club Deportivo Loyolatarra.
El etarra Patxi Xabier Makazaga Azurmendi fue condenado a 81 años de prisión mayor por el atentado. Además, debía indemnizar económicamente a los herederos de Ramón y a los heridos por el atentado. En 2003, Makazaga, Ibon Etxezarreta Etxaniz, Luis María Carrasco Aseginolaza y Santiago Vicente Aragón Iroz fueron condenados a 43 años de cárcel, y Oskarbi Jauregi Amundarain, a 22 años, por este atentado, entre otros.