Moisés Cosme había sido policía básico antes de entrar en el Cuerpo Superior de Policía. Tenía 30 años y era natural de la localidad segoviana de Martín Miguel. Vivía en el País Vasco desde hacía tres años y medio. Estaba casado y tenía dos hijos. Catorce días antes de su muerte, Moisés fue felicitado por su “brillante trabajo de información y posterior captura” de un grupo de narcotraficantes.
La mañana del 26 de mayo de 1985, Moisés y su hijo de 3 años salieron a comprar el periódico a la plaza del pueblo. La calle estaba llena de gente cuando dos terroristas de ETA se acercaron a él por la espalda y uno de ellos le disparó en la nuca. Cayó al suelo y le remató con otro tiro en la cabeza en presencia de su hijo.
El niño huyó al ver caer al suelo a su padre. Estuvo perdido durante varias horas y fue localizado por agentes de la Policía Municipal llorando. Solo el hijo de Moisés fue testigo del asesinato porque, a pesar de cometerse en una zona muy concurrida, nadie declaró. Por la tarde, alrededor de 500 personas se manifestaron contra ETA.
El etarra Félix Ignacio Esparza Luri fue sentenciado por el atentado. Esparza fue detenido en Saint-Paulles-Dax (Francia) en una operación conjunta de la Guardia Civil y la Policía francesa en abril de 2004. El Tribunal de Apelación de París admitió la extradición a España del etarra una vez cumplida la condena de 17 años de prisión que se le impuso en Francia.