El policía nacional Máximo Díaz Bardera, de 35 años y natural de Pedro Bernardo (ávila), estaba casado y tenía tres hijos, de 8, 6 y 3 años. Llevaba once años trabajando en San Sebastián, donde era el encargado de la centralita de teléfonos del Gobierno Civil.
La noche del 21 de mayo de 1985 fue asesinado junto a su compañero Francisco Rivas López por miembros de ETA. Los dos agentes fueron a pasear sus perros por el monte Ulía. A las 21:00 horas, sus familias se extrañaron porque no habían regresado y presentaron una denuncia.
Un centenar de policías y un helicóptero de la Guardia Civil comenzaron a rastrear el monte Ulía durante toda la noche. El único dato que obtuvieron fue que el perro del policía Francisco Rivas regresó solo a casa. Al día siguiente, ETA informó del lugar donde estaban los cadáveres de los policías. En la ladera norte del monte Ulía encontraron los dos cuerpos y a la perra de Máximo, recostada sobre el pecho de su dueño. Ambos tenían un disparo en la sien. Sus asesinatos nunca fueron resueltos judicialmente.
Véase también Francisco Rivas López.