El policía municipal Manuel Ferreira Simois, de 47 años, había nacido en Untas (Ourense). Llevaba 15 años viviendo en el País Vasco y los últimos diez trabajando como policía municipal en Portugalete. Estaba casado y tenía ocho hijos. Uno de ellos, Francisco Javier Ferreira Castro, era miembro del Cuerpo Nacional de Policía y 25 años más tarde fue víctima de otro atentado de ETA en el que resultó herido leve, el 18 de junio de 2004. Manuel había recibido diversas amenazas: le habían enviado una esquela con su nombre y realizado pintadas en su domicilio anunciando su muerte.
El 13 de agosto de 1979, Manuel se encontraba dirigiendo el tráfico entre las calles General Castaños y Gregorio Uzquiano de Portugalete. Hacia las 13.30 horas, ordenó a un coche que se detuviera para dejar paso a los vehículos de la otra vía. El coche paró y de él se apeó un encapuchado que se acercó al policía y le disparó. Fue trasladado a la clínica de San Juan de Dios en estado grave y, posteriormente, al hospital de Cruces, donde ingresó muerto.