El 30 de agosto de 1979, José María Pérez Rodríguez, de 28 años y de Gilena (Sevilla), viajaba con otros seis agentes de Policía vestidos de paisano en el tren de las 7.30 horas que les llevaba desde San Sebastián a Zumárraga. Cuando llegaron caminaron por una senda vecinal para llegar a la comisaría. Subieron una pendiente corta y el primero del grupo, al superar el desnivel, vio a dos encapuchados salir de un vehículo con metralletas, avisó a sus compañeros y se puso a cubierto. Un tercer terrorista salió de detrás de un camión y comenzó a disparar.
Todos los agentes pudieron ponerse a salvo excepto José María Pérez. En el lugar del atentado se encontraron casi setenta casquillos de balas disparadas por ETA.
José María fue trasladado a la clínica Orbegozo pero falleció antes de ingresar. Recibió ocho disparos, uno de ellos en el corazón. Fue enterrado en la localidad de San Juan de Aznalfarache.