José Ignacio Aguirrezabalaga, natural de Zumaya y de 29 años, estaba casado y con dos hijos. Llevaba dos años trabajando como camarero en su localidad natal tras haber estado empleado en otros municipios en el sector de la hostelería. Fue asesinado a tiros por miembros del Comando Eibar en el bar en el que trabajaba. ETA justificó el atentado acusando a Aguirrezabalaga, que era cuñado de Jean Pierre Chérid, uno de los jefes de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), de ser chivato del GAL.
Jesús María Ciganda Sarratea, Íñigo Acaiturri Irazábal y Fermín Javier Urdiain Ciriza fueron condenados, como autores de un delito de asesinato, a 29 años de reclusión mayor. José María Beristain Urbieta fue condenado, como cómplice de un delito de asesinato, a 14 años de prisión mayor. A los tres etarras se les impuso la obligación de pagar una indemnización a los herederos de la víctima.