El policía nacional, Antonio Barrado Recio, tenía 30 años. Era natural del pueblo cacereño de Madroñera, estaba casado y tenía tres hijos.
Cada vez que el equipo eibarrés jugaba en su campo, un convoy de la Policía Nacional formado por tres vehículos, viajaba desde la comisaría hasta el estadio de fútbol de Ipurúa para controlar la seguridad durante el partido. El 18 de diciembre de 1988, hacia las 15:20 horas, el etarra Juan Carlos Balerdi Iturralde accionó un coche-bomba al paso del convoy. El impacto alcanzó al último de los coches.
El agente José Antonio Barrado Recio falleció mientras era trasladado a un centro sanitario. Otros tres policías y un sacristán resultaron gravemente heridos y tuvieron que ser intervenidos quirúrgicamente. La explosión produjo también heridas leves a tres civiles y otro policía. José Antonio fue enterrado en Alcalá de Henares.
Fermín Javier Urdiain Ciriza, Jesús María Ciganda Sarratea, Pedro José Echevarría Lete y Balerdi Iturralde fueron condenados, como autores del atentado, a sendas penas de 134 años. La sentencia incluía también la obligatoriedad de la correspondiente indemnización.