Jesús lldefonso García Vadillo, de 32 años, era natural de Alcazarén (Valladolid). Estaba casado, tenía una hija, Idoia, de 5 años y su mujer estaba embarazada de cinco meses. Llevaba más de cinco años viviendo en Vizcaya, en Bilbao primero y después en Galdácano. Era analista químico y trabajaba en el control de calidad de la empresa Aceros Echevarría de Basauri.
Jesús Ildefonso fue a las 18:00 horas a recoger a su hija al colegio Vizcaya de Galdácano, mientras su mujer estaba trabajando en Bilbao. Regresaban a casa cuando un hombre se acercó con una pistola y le apuntó a la cabeza. Jesús Ildefonso empezó a dar patadas al etarra para defenderse, evitando que un primer disparo le diera en la cabeza. A continuación, se acercó una mujer y le disparó dos tiros que le hirieron.
Malherido, Jesús logró escapar momentáneamente. “Dejad a mi papá”, gritaba su hija. La víctima no paraba de decir: “No soy yo, no soy yo”, pero resbaló y cayó al suelo. Mientras su hija suplicaba que dejasen en paz a su padre, los etarras siguieron disparando hasta alcanzarle. Consiguió arrastrarse hasta la pared de un supermercado donde los terroristas le remataron. La hija de Jesús se quedó junto al cuerpo de su padre hasta que una mujer la llevó a una farmacia cercana, donde la recogió su madre con una crisis de ansiedad.
Los etarras le confundieron con un policía del cuartel de Basauri al que se parecía físicamente. Los trabajadores de Aceros Echevarría realizaron un parón y se manifestaron por las calles de Galdácano el día siguiente del crimen.