Francisco Expósito Camio, de 54 años, esperaba clientes leyendo el periódico sentado en su taxi en Usurbil, su pueblo natal. Era su último día de trabajo porque al día siguiente se iba de vavaciones a Alemania, donde su hija acababa de tener un niño. Entonces se acercaron dos individuos, uno por cada lado del taxi y, sin mediar palabra, le dispararon a bocajarro causándole la muerte de forma instantánea. Un tercer terrorista les esperaba en un vehículo con el que se dieron a la fuga. Desde su casa, cercana a la parada de taxis, su esposa oyó los disparos y rápidamente bajó a ver qué ocurría, pero no pudo hacer nada por él. Los asesinos, en su huida, arrojaron panfletos en los que ETA acusaba a la víctima de ser confidente de la Guardia Civil. En la década de los cincuenta fue campeón de España de ciclo-cross. Tenía cuatro hijas.