El 15 de diciembre, sobre las 19:00 horas, tres terroristas armados, miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas (CAA) entraron en el domicilio de Francisco Arín Urcola, donde estaban su mujer, uno de sus hijos. Gerardo, otro de sus hijos, llegó del colegio poco después.
Cuando Francisco llegó a casa, los secuestradores se lo llevaron en su coche, tras advertir a la esposa y los hijos que esperaran dos horas antes de avisar a nadie. Pocos minutos después, la familia recibió una llamada en la que le informaban de que Francisco había aparecido muerto en Irura.
Agentes de la Guardia Civil y de Cruz Roja, siguiendo las indicaciones que los CAA habían trasladado al diario Egin, encontraron el cuerpo de Francisco en un coche a la entrada de Irura, cerca de una antigua factoría en la que Francisco trabajó como directivo hasta su cierre, seis años antes.
Francisco estaba casado, tenía cuatro hijos, vivía en Tolosa y era directivo de la empresa Construcciones Electromecánicas Irura. Había sido amenazado para que pagara el chantaje que le exigía la banda. Intentó en varias ocasiones negociar con los extorsionadores que finalmente acabaron con su vida.