El comando Vizcaya de ETA se había fijado como objetivo atentar contra la vida del guardia civil Fernando Jiménez Pascual. Los terroristas José Luis Martín Carmona y Andoni Ugalde Zubiri se habían ocupado, previamente, de vigilar a Fernando.
María Teresa Pedrosa y Carlos Emilio Cristóbal, miembros del comando Vizcaya, colocaron una bomba bajo el asiento del conductor del coche de Fernando, aparcado cerca de su casa.
El 4 de abril, sobre las 14:30 horas, Fernando montó en su coche, cuando vio un objeto extraño bajo el asiento del conductor y lo cogió con las manos. El artefacto explotó y le mató en el acto. La onda expansiva también hirió a una mujer que caminaba cerca del lugar.
Fernando Jiménez Pascual, de 29 años, era oriundo de Barakaldo, estaba casado y tenía una hija de 6 años. Trabajaba en el servicio de vigilancia en el Gobierno Civil de Vizcaya desde hacía un año. Al funeral asistieron centenares de personas. Fue enterrado en el cementerio de Salamanca.
Los etarras Carlos Emilio Cristóbal Martínez, José Luis Martín Carmona y Lourdes Churruca Medinabeitia fueron condenados a penas de 32 años de reclusión como autores del atentado; Andoni Ugalde Zubiri fue condenado a una pena de 17 años y 4 meses de reclusión menor y María Teresa Pedrosa Barrenechea fue condenada a la pena de 32 años de reclusión. Además debían indemnizar económicamente de forma conjunta y solidaria a los herederos de Fernando, a la mujer herida y a los afectados por los daños materiales.