Diego Fernández-Montes Rojas, natural de la localidad de Herencia (Ciudad Real), tenía 63 años y nueve hijos. Era coronel de Infantería ya retirado pero continuaba trabajando en la Delegación del Ministerio de Cultura, donde se ocupaba del depósito oficial de prensa. Vivía en un edificio de la calle Sancho el Sabio de San Sebastián junto a otros militares. Varios vecinos de este inmueble fueron asesinados en sucesivos atentados de ETA.
El 17 de diciembre de 1978, a las tres de la madrugada, Diego se dirigía a la sede de la delegación, situada en la calle Miramar, para esperar la llegada de los periódicos, cuando dos miembros del Comando Gamboa de ETA le dispararon justo antes de entrar en el edificio. Gravemente herido, Diego intentó refugiarse en los portales. Allí fue encontrado tendido en el suelo por el portero.
Mientras los dos agresores y una tercera persona se dieron a la fuga en un automóvil, los servicios sanitarios trasladaron a Diego al hospital Nuestra Señora de Aránzazu, donde le intervinieron quirúrgicamente durante tres horas. Murió a las nueve de la mañana.
Los terroristas José Luis Martín Elustondo, José Ignacio Goicoechea Arandia y Joaquín Zubillaga Artola fueron condenados por el atentado. La sentencia incluía también la obligación de indemnizar a los herederos de la víctima.