César Pinilla, de 48 años y guardia civil retirado, estaba casado y tenía una hija. Llevaba seis años en Munguía como jefe de la Policía Municipal cuando el comando de apoyo a ETA militar Andoni Campillo le asesinó camino de su casa el 12 de febrero de 1979. Varios terroristas le dispararon por la espalda matándole en el acto. Sus restos fueron enterrados en la localidad onubense de Gibraleón, de donde era su esposa.
El final de los años 70 y el comienzo de los 80 fueron conocidos como los años de plomo en el País Vasco, porque el terrorismo y la violencia eran extremos y resultaban contagiosos. Al lado de las grandes organizaciones terroristas —ETA militar y ETA político-militar— aparecieron imitadores —como los Comandos Autónomos Anticapitalistas e Iraultza—, pero también células locales. Uno de esos grupos, el comando de apoyo a ETA militar Andoni Campillo, nació en la comarca de Bermeo y Gernika por iniciativa de un antiguo miembro de ETA. José Luis Bengoa García fue condenado por este atentado.