Aquilino Joaquín Vasco Álvarez, de 78 años, era coronel retirado del Ejército del Aire. El 31 de marzo de 1992, el portero de la finca donde vivía recibió un paquete postal. El destinatario era Joaquín Vasco, un hijo del oficial, también coronel y jefe de la base militar aérea de Gando en Gran Canaria. Tanto el militar como su mujer sospecharon de su contenido. Sin embargo, hacia las 20:15 horas, Vasco lo abrió y estalló la bomba que le provocó lesiones muy graves en manos, ojos, tórax, cara y cuello. Falleció al día siguiente en la Unidad de Vigilancia Intensiva del hospital Gregorio Marañón.
El funeral fue celebrado en la capilla del Hospital General del Aire. Al coronel Vasco le concedieron la Cruz al Mérito Aeronáutico de primera clase a título póstumo y a su viuda le entregaron la bandera de España que cubría el féretro de su marido. Fue enterrado en el panteón del Ejército del Aire de La Almudena.