El teniente general Guillermo Quintana Lacaci, de 67 años y natural de El Ferrol, era un militar prestigioso, próximo al Rey. Tenía siete hijos, cuatro de ellos miembros de las Fuerzas Armadas. Entre 1979 y 1982 fue Capitán General de Madrid, hasta que, por edad, pasó a situación B. Con el cambio de estatus, dejó de tener las medidas de protección de las que hasta entonces disfrutaba.
El atentado contra Quintana comenzó a prepararse en Francia por una célula terrorista, que proporcionó al dirigente del comando Argala, Henri Parot, toda la información necesaria para perpetrarlo. Parot y otros dos etarras viajaron a Madrid, confirmaron los datos que habían recibido y volvieron a Francia para informar a los dirigentes de ETA.
El 29 de enero de 1984, Parot comprobó que Quintana estaba en la iglesia de los Sagrados Corazones, en el barrio de Argüelles. Se lo comunicó a los compañeros que le esperaban en un banco cercano. Dos se quedaron esperando, mientras otro se dirigió a un coche en el que posteriormente se darían a la fuga. A las 12:47 horas, el militar salía de la iglesia con su esposa, María Elena Ramos Gutiérrez, cuando Parot y otro etarra se acercaron y les dispararon. Quintana cayó herido al suelo, donde los terroristas lo remataron. La mujer, se abalanzó sobre Henri Parot, que le disparó en una pierna.
Los miembros de ETA, Henri Parot Navarro y Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, fueron condenados a una pena de 30 años de reclusión mayor cada uno por participar en el atentado.
El ingeniero industrial Mikel Solaun Angulo fue miembro de ETA en la década de los 60. Estuvo encarcelado en Basauri, de donde logró escapar en 1970. Se instaló en Francia y regresó a España en 1977, coincidiendo con la amnistía. Cuando regresó ya estaba desvinculado de ETA y se dedicó a su familia y a su trabajo.
Tres años antes de ser asesinado, ETA le pidió permiso para colocar explosivos en un edificio en construcción que él dirigía. Mikel aceptó. Eran viviendas para la Guardia Civil y la detonación estaba prevista para el día de la inauguración, el 13 de marzo de 1984. Mikel avisó de la existencia y localización de los explosivos, fue detenido y acusado de colaboración con ETA. Le condenaron a 4 años de prisión, donde fue agredido por otros miembros de ETA. Después de un año, Mikel fue liberado, con medidas de seguridad para protegerlo, mientras buscaba trabajo fuera del País Vasco.
El 4 de febrero de 1984, Mikel Solaun entró en un bar acompañado por su esposa y sus dos hijas. Dos etarras le localizaron y dispararon contra él. Murió en el acto, delante de su familia.
Juan Manuel Píriz y Juan Manuel González fueron condenados a 27 años de prisión.
Quedaban tres días para la celebración de las elecciones autonómicas vascas. Enrique Casas Vila, dirigente del Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE) y senador, encabezaba la lista socialista por Gipuzkoa. Natural de Guadix (Granada), tenía 40 años cuando fue asesinado. Estaba casado con Bárbara Durkhop y tenían dos hijos de 17 años y 8 meses.
Los terroristas, miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas (CAA), llevaban dos días vigilando a Casas. Habían observado que varios obreros trabajaban en la apertura de una canalización junto al edificio donde vivía, así que compraron trajes de agua y chaquetones parecidos a los que utilizaban los obreros y se vistieron así para pasar inadvertidos.
A las 14:45 horas llamaron al domicilio de Casas, identificándose como obreros de la canalización. El senador socialista abrió la puerta y se encontró con dos desconocidos que dispararon contra él.
José Luis Merino Quijano, fue condenado a 29 años por asesinato con premeditación, además de indemnizar económicamente a los herederos de Casas.
Pedro Ortiz de Urbina Garayalde, jubilado de 63 años y natural de Gamarra Mayor (Vitoria), trabajó como subcomisario de Policía hasta 1982. Se había quedado viudo hacía tres años y no tenía hijos.
El 1 de marzo de 1984, a las 7:30 horas, tres miembros del Araba de ETA robaron un coche y metieron al conductor en el maletero. Acto seguido se dirigieron a la casa del policía jubilado, en la avenida de Judizmendi.
A las 8:00 horas, dos de los etarras salieron del coche con su rehén y subieron al cuarto piso, donde vivían los porteros del edificio. Media hora después, Ortiz llegó a su casa. Los terroristas obligaron a la portera a llamar al timbre del policía jubilado. Al abrir la puerta, se dio cuenta del peligro e intentó cerrarla, pero los dos etarras se adelantaron. Le dispararon cuatro tiros, matándole en el acto. Los asesinos huyeron por las escaleras, se metieron en un coche que les esperaba y escaparon.
Juan Carlos Arruti Azpitarte, alias Paterra, fue condenado como autor del asesinato a 29 años y Carlos Torrecilla Parra, a 18 años. En 2002, también fue condenado el miembro de ETA José Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri, a 37 años de prisión por el asesinato.
José Naranjo Martín, de 50 años, era natural de Moral de Calatrava (Ciudad Real) y llevaba 19 años trabajando como policía municipal en Elorrio (Vizcaya). Estaba casado con Consolación Fernández, con quien tenía siete hijos, el mayor de 22 años y el más pequeño de 9.
A las 22:00 horas, Naranjo salió de su casa, en la calle Hospital de Elorrio. Iba uniformado y se dirigía a las dependencias de la Policía Municipal en el Ayuntamiento, donde trabajaba como agente. Como todos los municipales de la localidad, iba desarmado,
Al pasar por la calle San Pío X, dos miembros de ETA se acercaron por detrás y le dispararon varias veces. Le mataron en el acto. Los asesinos se dieron a la fuga en un vehículo robado.
Bernardo Pérez Sobrino, de 27 años, era natural de Carrión de Calatrava (Ciudad Real), aunque vivía en el País Vasco desde hacía diez años. En 1981 entró en la Policía Nacional y fue destinado a Bilbao. Estaba casado con María del Carmen Medina González, de 27 años, con quien tuvo dos hijos.
Vivía en el barrio de Uretamendi y solía reunirse con sus amigos en el bar Bautista. El 2 de abril, después de comer, el policía se dirigió al bar. Detrás de él entró un desconocido que pidió una consumición y poco después sacó una pistola con la que disparó a Bernardo en el cuello. Cayó al suelo mortalmente herido.
El miembro de ETA, José Félix Zabarte Jainaga, fue condenado como autor del asesinato a una pena de 29 años de prisión y al pago de una indemnización económica a los herederos de Bernardo.
José Verdú, de 31 años y natural de Alicante, llevaba menos de un año destinado en el País Vasco. Estaba casado y tenía dos hijos.
A las 23:00h, José se dirigía a su casa, en la calle Guipúzcoa de Galdácano (Vizcaya). En la puerta de su casa le esperaban varios miembros de ETA. José se dio cuenta y sacó su arma, pero no tuvo tiempo de reaccionar. Le dispararon dos tiros en la cabeza que le hirieron gravemente. Los terroristas se montaron en un coche y se dieron a la fuga.
José fue trasladado en primer lugar a la clínica Virgen Blanca, de Bilbao, pero la gravedad de las heridas aconsejó su posterior traslado al Hospital de Basurto, donde murió doce días después.
Jesús Alcocer Jiménez, de 65 años y natural de Sos del Rey Católico (Zaragoza), estaba casado y tenía cuatro hijas. Fue comandante del Ejército hasta 1977, cuando se retiró y se dedicó a hacer actividades empresariales privadas en Pamplona.
Jesús iba todas las mañanas a Mercairuña, donde realizaba las compras para tres supermercados que tenía en Pamplona. El 7 de junio de 1978, Jesús sufrió dos atentados. Una bomba estalló en uno de sus supermercados y, poco después, una segunda explotó en su coche, a las puertas de su casa.
Años después, el 13 de abril de 1984, sobre las 07:00 horas, Jesús entraba al Mercairuña para hacer las compras habituales, cuando dos etarras le dispararon y le mataron en el acto.
Los miembros de ETA huyeron en un Renault 18 hasta el instituto de Ermitagaña. Se bajaron del coche, pero dejaron una bomba-trampa dentro.
Los testigos del asesinato informaron a la Policía. Se establecieron patrullas y puntos de control por toda la ciudad. Una hora después, un coche patrulla con tres agentes encontró el vehículo sospechoso en la ronda de Ermitagaña.
Uno de los agentes se quedó en el coche oficial para informar del hallazgo por radio, mientras sus compañeros, el cabo primero Tomás Palacín Pellejero y el agente Juan José Visiedo Calero, inspeccionaban el vehículo sospechoso. La bomba-trampa estalló y los alcanzó de lleno a los dos. Murieron en el acto.
Los miembros del comando Nafarroa de ETA, María Mercedes Galdós Arsuaga, Juan José Legorburu Guerediaga, Juan Carlos Arriaga, José Ramón Martínez de la Fuente Inchaurregui y Jesús Jiménez Zurbano, fueron condenados a penas de 29 años de reclusión por los asesinatos de Jesús y los dos policías.
Véase también Tomás Palacín Pellejero y Juan José Visiedo Calero.
Tomás Palacín Pellejero, de 43 años, estaba casado y tenía dos hijos. Era natural de Cervera de Cañada (Zaragoza). Murió el 13 de abril de 1984 tras recibir el impacto de una bomba-trampa en un vehículo robado con el que varios miembros de ETA habían huido tras cometer un atentado. En el atentado también murieron el comandante retirado Jesús Alcocer Jiménez y el agente Juan José Visiedo Calero.
Relato completo del atentado en Jesús Alcocer Jiménez.
Véase también Juan José Visiedo Calero.
Juan José Visiedo Calero, de 26 años, natural de Melilla, estaba casado y tenía una hija de 2 años. Murió el 13 de abril de 1984 tras recibir el impacto de una bomba-trampa colocada en un vehículo robado. El coche había sido usado previamente por varios miembros de ETA para cometer el atentado mortal contra el comandante retirado Jesús Alcocer Jiménez, en el que también murió el cabo primero Tomás Palacín Pellejero.
Relato completo del atentado en Jesús Alcocer Jiménez.
Véase tambiénTomás Palacín Pellejero.
Antonio Velasco Benito, de 40 años, estaba casado y tenía un hijo de 6 años. Era natural de Pedrosilla del Ralo (Salamanca), localidad donde fue enterrado.
El agente estaba trabajando en una de las puertas de la Audiencia Territorial de Bilbao con tres compañeros más, aunque ese momento era el único que se encontraba fuera del edificio. Antonio observó un coche con tres personas que circulaba a escasa velocidad. Cuando se puso a su altura, los ocupantes del vehículo le dispararon varias veces y se dieron a la fuga, sin que ningún agente pudiera evitarlo.
Cayó al suelo herido gravemente. Fue trasladado rápidamente al Hospital de Basurto, donde falleció una hora más tarde.
Ángel Rodríguez Sánchez, de 42 años, era natural de Villafranca de Barros (Badajoz), aunque residía en Irún desde hacía 13 años. Estaba casado y tenía tres hijos. El 3 de mayo de 1984, dos miembros del comando Otxobi de ETA lo asesinaron.
Era propietario de un taller mecánico y de una grúa. A las 10:30 horas, una persona le llamó, identificándose como un comercial que había tenido una avería en su coche y que necesitaba sus servicios en Ventas de Irún. Cuando Ángel llegó se encontró un coche estacionado en el arcén y dos etarras que le obligaron a desplazarse a una zona menos transitada.
Su esposa, al ver que no regresaba, alertó de su desaparición a la Policía Municipal. Al final localizaron el Land Rover de Ángel y a él muerto en su interior.
Los etarras Francisco Barrenechea Varela e Ignacio Mediburu Iturain fueron condenados a 27 años de reclusión por el crimen, entre otras condenas, y se vieron obligados a abonar solidariamente a su viuda una indemnización económica.
Juan Flores, de 20 años y natural de Barcelona, era el mayor de seis hermanos de una familia originaria de Córdoba. En julio habría cumplido 21 años. Trabajaba en hostelería, aunque por las noches estudiaba banca. Hizo la instrucción del servicio militar en Cartagena y más tarde le destinaron a El Ferrol y a Fuenterrabía. Cuando se produjo el atentado ya había cumplido la mitad del servicio militar y esperaba poder volver a Barcelona con su familia y su novia.
Juan y el marinero Antonio Martínez Abella estaban de guardia a bordo de la lancha PVI-19, anclada cerca de la orilla, en la desembocadura del río Bidasoa. A las 3:15 horas, la explosión de una potente bomba, colocada debajo de la embarcación, provocó que se inundara y se hundiera en cuestión de minutos. Martínez tuvo tiempo de saltar al agua y pudo llegar a la orilla a nado, pero Flores quedó atrapado dentro de la lancha y murió. La bomba fue colocada por un grupo denominado “Gataska”, una facción de los Comandos Autónomos Anticapitalistas.
El capitán Luis Ollo Ochoa, de 54 años, jefe de la Compañía de la Guardia Civil de Aoiz, aprovechó el domingo para ir a su piso en el barrio de la Chantrea (Pamplona). A las 20:00 horas del 27 de mayo de 1984, tenía la intención de regresar a Aoiz. Acompañado de su esposa entró en su coche, en la avenida de Villava. Al ponerlo en marcha, la vibración del motor hizo estallar una bomba colocada en los bajos del vehículo. Murió en el acto. Su esposa, Esther Pérez de Aramendi, no llegó a subir al coche, pero sufrió diversas heridas y fue trasladada a la residencia Virgen del Camino.
Luis nació en Ochagavía (Navarra) y era un profesional muy reconocido que previamente estuvo destinado en el Servicio de Información de la Guadia Civil de Navarra. Tenía un hijo de 22 años y una hija de 24.
Los etarras Juan José Legorburu Guerediaga, Jesús Jiménez Zurbano, Francisco Javier Martínez Nogales, Jesús María Altable Echarte, Miguel Santiago Izpurua García y José Javier Zabaleta Elosegui fueron condenados por el crimen.
Diego Torrente Reverte, de 29 años, estaba casado y tenía tres hijos. Era natural de Puerto Lumbreras (Murcia).
El 7 de junio de 1984, sobre las 20:00 horas, el agente salió a limpiar su coche en las inmediaciones del estadio de fútbol del Sadar, a fin de tenerlo preparado para la comunión de sus hijos que se celebraba esa semana. Dos miembros de ETA, del comando Mendaur, se aproximaron a Diego. Uno de ellos puso su mano en la cadera e identificándose como miembro de ETA, sacó la pistola, momento en que Diego, desarmado, se abalanzó sobre él iniciando un forcejeo y consiguiendo que el cargador de la pistola cayese al suelo, procediendo a continuación el segundo etarra a efectuar un disparo por la espalda a Diego que acabó con su vida.
Los miembros de ETA, Enrique Labay Machín, José Ignacio Urdiain Ciriza y Joaquín Sancho Biurrun, fueron condenados a 27 años de prisión.
El guardia civil Ángel Zapatero Antolín era natural de La Mudarra (Valladolid), estaba casado y tenía dos hijas de 7 y 10 años. Hacía más de una década que estaba destinado en el acuartelamiento de Intxaurrondo como miembro del Servicio Fiscal. Residía en el barrio de Alza.
A las 19:20 horas del 14 de junio de 1984, el agente salió de su casa y se dirigió al paseo de Larratxo, en dirección a su coche. Ángel subió al automóvil y lo puso en marcha, momento en el que hizo explosión una bomba colocada bajo el vehículo. Murió al instante. Además, hirió a un niño de 14 años y a José Evangelista Matías, que fue trasladado al hospital.
Los miembros de ETA, Antonio Troitiño Arranz, su hermano Domingo y Ángel Zabaleta Mendía, fueron condenados a 29 años de reclusión mayor por el asesinato. Además, tuvieron que indemnizar a los herederos de Ángel, y a José Evangelista Matías Macedo.
Manuel Vicente González Vilorio, de 43 años y natural de León, estaba casado y tenía seis hijos. Era secretario del Ayuntamiento de Ispaster y del de Ea desde 1973.
El asesinato se produjo en plena polémica entre el partido socialista y el Partido Nacionalista Vasco sobre el nombramiento de los secretarios en los ayuntamientos. ETA reconoció que cometió el asesinato para presionar en el conflicto. Sucedió el 18 de junio de 1984.
Aquel día, hacia a las 22:00 horas, el alcalde de Ispaster, José María Juaristi, un teniente de alcalde y el secretario del Ayuntamiento, Manuel Vicente, regresaban de inspeccionar las obras del frontón municipal. Al pasar cerca de un bar situado en la plaza del municipio, dos etarras, un hombre y una mujer, dispararon varias veces y por la espalda a la cabeza de Manuel Vicente, matándole en el acto. El alcalde fue herido en la mano derecha.
ETA ya había intentado atentar contra él unos años antes y había sufrido amenazas. Aún así, no quiso abandonar el País Vasco por motivos familiares. Durante un tiempo llevó protección policial.
Alberto Aznar Feix, teniente coronel retirado desde hacía cuatro años, acostumbraba a salir de paseo con su madre por Portugalete. El 2 de julio de 1984, miembros del comando Vizcaya de ETA le siguieron en uno sus paseos. Cuando regresaban a casa en la calle María Díaz de Haro, se detuvieron a hablar con una vecina. En ese momento, uno de los terroristas se acercó y disparó a bocajarro contra Alberto. Fue trasladado al Hospital de Cruces, pero cuando llegó ya había fallecido.
La mayor parte de su carrera profesional la había realizado en Vizcaya, en el Regimiento de Artillería que existió en Basauri hasta suprimirse la unidad. Se volvió a casar tras enviudar y tenía una hija de 21 años y un hijo de 20 de su primer matrimonio.
Los etarras Juan Manuel Gaztelumendi y Joaquín Urain Larrañaga fueron condenados a 29 años de reclusión. También se les exigió una indemnización para los herederos de Alberto.
Antonio Torrón Santamaría, de 55 años, estaba casado y tenía un hijo y una hija, de 29 y 27 años, respectivamente. Aunque nacido en Burgos, llevaba 30 años viviendo en Vizcaya y pensaba jubilarse en marzo del año siguiente.
Antonio estaba destinado en la unidad del Servicio Fiscal en el puerto de Santurce, no muy lejos de su casa, en la calle Maestro Zubeldia de Portugalete. El 19 de julio de 1984, hacia las 14:30 horas, regresaba a su domicilio. Cuando se encontraba en el portal, dos terroristas se acercaron por la espalda y le dispararon un único tiro en la cabeza que le causó la muerte. Unas vecinas, sin éxito, trataron de evitar la pérdida de sangre tapándole la herida con una toalla.
Juan Rodríguez Rosales, de 48 años, fue asesinado unos minutos antes de las 14:00 horas, cuando se dirigía a pie desde su casa hasta el cuartel de la Policía Municipal de Lekeitio donde trabajaba. El 25 de julio de 1984, dos miembros de ETA, un hombre y una mujer, le esperaban a escasos metros del Ayuntamiento. Uno de los terroristas efectuó un único disparo que le alcanzó en la cabeza y le mató.
Juan Rodríguez, casado y con tres hijas, pertenecía al cuerpo de la Policía Local desde 1969. Era natural Valdepeñas (Jaén).
José Félix Zabarte Jainaga y María del Carmen Guisasola Solozábal, miembros del comando Vizcaya de ETA, fueron condenados a 29 años de cárcel.
José María Martínez Martínez-Cubero, de 41 años y natural de León, estaba casado y tenía dos hijos. Vivía en Portugalete desde hacía años donde se dedicaba a la compra-venta de oro y de aparatos electrónicos. Fue secuestrado por etarras y conducido hasta las cercanías de una mina abandonada en su propio coche. Su cuerpo fue encontrado el día 21 de septiembre, en San Salvador del Valle, atado de pies y manos con cinta aislante. Los terroristas le dispararon un tiro en la nuca. Murió en el acto.
Una llamada telefónica a la Policía Municipal de Vitoria en nombre de ETA, hacia la medianoche del 27 de septiembre de 1984, fue el primer paso de la trampa tendida por los terroristas. Costó la vida a tres agentes de la Guardia Civil y heridas a otros cinco. Comunicaban la explosión de un artefacto en una vía férrea, en una zona situada entre Elburgo y Alegría.
Los terroristas habían colocado una bomba señuelo en unas vías férreas y otra en una senda boscosa, alejada de la otra. Cuando iban hacia el lugar, un agente pisó un sedal y activó este último, provocando una explosión que alcanzó a ocho guardias civiles. Murieron prácticamente en el acto el sargento José Luis Veiga Pérez. y los guardias Victoriano Collado Arribas y Agustín Pascual Jove. Otros cinco compañeros resultaron heridos.
Victoriano Collado, de 21 años y soltero, era natural de Arroyomolinos de la Vera (Cáceres), localidad donde fue enterrado tras un funeral al que asistieron 4.000 vecinos. Entró en la Guardia Civil con 19 años. Fue trasladado al País Vasco con el fin de trabajar allí durante unos meses. Su padre era también miembro de la Guardia Civil.
Véase también Agustín Pascual Jove y José Luis Veiga Pérez..
El cabo Agustín Pascual Jove, de 23 años, casado y sin hijos, era miembro de la Guardia Civil desde los 19 años. Su padre era teniente del Instituto Armado destinado en la Agrupación de Tráfico, en Madrid, cuando se produjo el atentado. Estuvo destinado en el Servicio de Tráfico antes de ser trasladado al País Vasco. Sus restos mortales fueron enterrados en Madrid.
El 28 de septiembre de 1984, en una zona situada entre Elburgo y Alegría, ETA colocó dos bombas-trampa para asesinar a los agentes que se desplazaron hasta allí. Falleció Agustín, su compañero Victoriano Collado Arribas y el sargento José Luis Veiga Pérez.
Relato completo del atentado en Victoriano Collado Arribas.
Véase también José Luis Veiga Pérez..
El sargento José Luis Veiga Pérez, de 40 años, era natural Amorebieta (Vizcaya), aunque residía en La Coruña. Estudió Magisterio y estaba licenciado en Derecho. Ingresó en la Guardia Civil a los 23 años, siguiendo los pasos de su padre y de tres hermanos. Trabajaba desde hacía cuatro años en el Servicio de Desactivación de Explosivos. Era el jefe del equipo de los Tedax de La Coruña y todos los años debían cumplir dos meses de servicio en el País Vasco. José Luis no debía ir en esa ocasión, pero le cambió el turno a un compañero que acababa de casarse.
El día antes de morir, la familia de José Luis celebró cuarto cumpleaños de su segundo hijo sin que él pudiera estar presente. Quizá por eso le había prometido a su esposa que no volvería al País Vasco. Sin embargo, el 28 de septiembre de 1984, en una zona situada entre Elburgo y Alegría, ETA colocó dos bombas-trampa que terminaron con su vida y la de los guardias civiles Victoriano Collado Arribas y Agustín Pascual Jove.
Relato completo del atentado en Victoriano Collado Arribas.
Véase también Agustín Pascual Jove
Vicente Gajate Martín, de 33 años y natural de Salamanca, estaba casado y tenía dos hijos. Trabajaba desde hacía cinco años como policía municipal en Rentería. El 17 de octubre de 1984, a las 22:00 horas, dos miembros del comando Pepe Barros de ETA le dispararon varias veces cuando regresaba a su casa.
Vicente estaba afiliado al Partido Socialista y a la Unión General de Trabajadores. Siete años antes había sido concejal socialista en la gestora que se había hecho cargo del Ayuntamiento. Concedieron a Vicente la Medalla Municipal por su ejemplar trayectoria profesional. En el acto de protesta por su asesinato participaron 4.000 personas.
Los etarras José Ramón Zabaleta Garmendia, Francisco Javier Garmendia Arrieta y Andrés Michelena Galarza fueron condenados a una pena de 29 años de reclusión mayor cada uno. Pedro María Cuesta Garmendia fue condenado, como cómplice, a una pena de 18 años de reclusión menor. Además, debían indemnizar a la viuda de Vicente.
Juan Sánchez Sierro, de 33 años y natural de Guadramino (Salamanca), estaba casado y tenía tres hijos. Trabajaba como electricista y era hijo de un maestro que ya había sufrido un atentado de ETA, motivo que le llevó a abandonar Cestona y el País Vasco siete años atrás.
A las 7:30 horas del 8 de noviembre de 1984, en el barrio de Aizarna, dos miembros del comando Goierri de ETA capturaron como rehenes a dos hombres. Uno de ellos era Juan Sánchez. Les trasladaron hasta una cantera de la localidad y, al llegar al lugar, los dos terroristas se alejaron con Juan Sánchez unos metros. Tras obligarle a bajar del coche, le dispararon tres veces causándole la muerte. Los terroristas colocaron después una bomba-trampa junto a su cuerpo, con el objetivo de matar también a los efectivos de la Guardia Civil que fueran a levantar su cadáver, aunque finalmente pudieron desactivarla.
José Antonio López Ruiz, Kubati, Ignacio Bilbao Beascoechea y Miguel Ángel Gil Cervera fueron condenados a una pena de 30 años de reclusión. José Miguel Latasa Guetaria fue condenado como cómplice a una pena de 20 años de prisión.
Una revista española relacionó a Joseph Couchot, de 59 años, con las actividades del GAL, el grupo terrorista que había comenzado a atentar en Francia contra miembros y simpatizantes de ETA. Le presentaban como colaborador de los servicios policiales españoles. Apenas dos meses más tarde, el 16 de noviembre de 1984, fue asesinado por miembros de la banda terrorista que aprovecharon su costumbre de comer en un restaurante de Behobia, en el barrio de Irún. Dos hombres y una mujer entraron en el comedor y le dispararon a corta distancia.
Joseph estaba casado y había nacido Anglet (Francia). Simultaneaba su residencia entre Francia y Guipúzcoa, ya que tenía negocios en Biarritz y Fuenterrabía. Era propietario de una agencia de transportes y de una inmobiliaria.
José Ángel Aguirre y Ramón Zapirain Tellechea, miembros del comando Oker de ETA, fueron condenados a 29 años de reclusión por el asesinato. Además de otras penas, Irene Idoia López Riaño fue sentenciada también a 29 años de reclusión por el mismo asesinato. La sentencia incluía la obligación de indemnizar a los herederos de la víctima.
La patrulla de la Policía Nacional en la que prestaba servicio Mohamed Ahmed Abderramán se encontraba en el peaje de Irún de la A-8 en el momento del atentado. Protegía a los camiones franceses que desde hacía algunas semanas estaban siendo atacados por miembros de ETA, fruto de un acuerdo por las extradiciones concedidas por el Gobierno de París.
La medianoche del 23 de noviembre de 1984, dos furgonetas de la Policía se encontraban en el peaje. El agente Mohamed Ahmed Abderramán salió de su vehículo y se acercó al otro coche policial para fumar un cigarrillo con sus compañeros. Varios miembros de ETA comenzaron a disparar. Mohamed fue alcanzado y murió en el acto. Su compañero, Carlos Mata fue herido en una pierna y el abdomen.
Mohamed tenía 37 años, estaba casado desde los 25 años con Aisha Mohamed. Tenían tres hijos y estaba esperando el cuarto, que nació dos meses y medio después de su muerte.
Los miembros de ETA, José Antonio López Ruiz, José Miguel Latasa Guetaria y Miguel Ángel Gil Cervera, fueron condenados a 27 años de reclusión mayor cada uno, por el atentado con resultado de muerte, y a tres penas de 23 años de reclusión por tres delitos de asesinato en grado de frustración con premeditación. Además, debían indemnizar a los herederos legales de Mohamed y a Carlos Mata Organero.
Luis Alberto Asensio Pereda era natural de Ahedo Linares (Burgos). Trabajaba como cocinero civil en el cuartel de Munguía. Murió en el atentado de ETA en el que también fallecieron el teniente Juan Enríquez Criado y el subteniente Francisco Javier Fernández Lajusticia. El 7 de diciembre de 1984, el microbús en el que se dirigían hacia la capital vizcaína por la carretera Nacional 634, se topó con un coche bomba que explotó. Fue en el cruce de El Gallo, en el término de Galdácano.
Relato del atentado en Juan Enríquez Criado.
Véase también Francisco Javier Fernández Lajusticia.
Juan Enríquez Criado, de 39 años, era natural de San Fernando (Cádiz), estaba casado y tenía cuatro hijos. Llevaba diez meses en el cuartel de Soietxes y dos meses después del atentado iba a regresar a Ceuta.
El 7 de diciembre de 1984, a las 15:30 horas, miembros del comando Vizcaya atentaron contra un microbús con catorce militares y empleados civiles que circulaba escoltado por dos Jeep de la Policía Militar. Venían del cuartel de Soietxes, cercano a Munguía, y se dirigían hacia la capital vizcaína por la N-634. Un automóvil explotó a su paso por el cruce de El Gallo, en Galdácano.
Fallecieron en el acto el subteniente Francisco Javier Fernández Lajusticia y, poco después, ya en el hospital, el teniente Juan Enríquez Criado y el cocinero civil Luis Alberto Asensio Pereda. Otras once personas resultaron heridas.
Los etarras Juan Manuel Gaztelumendi Uribarren y Joaquín Urain Larrañaga fueron condenados a tres penas de 29 años de prisión mayor por estos tres asesinatos y a 11 penas de 20 años de prisión menor por 11 delitos de asesinato en grado de frustración. Además, debían indemnizar a los herederos de las víctimas y a los heridos.
Véase también Luis Alberto Asensio Pereda y Francisco Javier Fernández Lajusticia
Francisco Javier Fernández Lajusticia, de 43 años, era natural de Logroño, estaba casado y tenía tres hijos. Murió en el atentado perpetrado el 7 de diciembre de 1984 por los miembros del comando Vizcaya de ETA. La explosión de un coche le mató junto al teniente Juan Enríquez Criado y el cocinero civil Luis Alberto Asensio Pereda.
Relato del atentado en Juan Enríquez Criado.
Véase también Luis Alberto Asensio Pereda.
El 26 de diciembre de 1984, ETA asesinó a un hombre llamado Miguel Castellanos Escamilla, propietario del Bar Gudea Da en Bermeo. La banda terrorista creyó que había matado al dueño del establecimiento, pero no se trataba de Miguel Castellanos, sino que la verdadera víctima fue Pedro Pardo Romero, un quinqui apodado de “El Peleas”, miembro de una familia de quincalleros conocida como “los Patusos”, que se había visto involucrado en una pelea entre clanes ocurrida en 1966 en una localidad salmantina. Tras la trifulca, Pedro Pardo fue trasladado por la Guardia Civil a un hospital de Ciudad Rodrigo. Aún convaleciente y cubierto de vendajes se escapó del hospital. Diez años después fue detenido en Barcelona acusado de varios delitos, entre ellos atraco a mano armada, por lo que fue condenado a una pena mínima de cárcel. Tras quedar en libertad, se perdió su pista durante varios años, hasta que reapareció en Bermeo con la identidad falsa de Miguel Castellanos, con la que fue asesinado por ETA.
La identidad de Miguel Castellanos Escamilla correspondía a la de un vecino de Barcelona que en 1975 había denunciado la sustracción de su Documento Nacional de Identidad. La verdadera identidad de la víctima no se conoció hasta que un subteniente de la Guardia Civil, José Luis Cervero Carrillo, publicó la auténtica historia en la revista Guardia Civil de noviembre de 1997.
El atentado se produjo el 26 de diciembre, a las 19:30 horas, cuando dos personas entraron en el bar Gudea Da. Ambos individuos pidieron primero una consumición y posteriormente le dispararon dos tiros al dueño del bar. Resultó herido por dos disparos en el maxilar inferior y en el pómulo y trasladado urgentemente a un centro sanitario, pero murió antes de llegar. ETA le acusó de tráfico de drogas y de ser confidente de la Guardia Civil.
El etarra y policía municipal de Bermeo, Fernando Uriarte Elorduy, fue condenado a 17 años, 4 meses y 1 día de reclusión por complicidad en el asesinato.
José Tomás Larrañaga Arenas, también conocido como José Txiki, de 58 años, estaba casado y tenía tres hijos. Trabajaba como secretario judicial aunque lo compaginaba con actividades empresariales. Fue concejal de Azcoitia y jefe provincial del Movimiento. Durante la Transición se acercó a Unión de Centro Democrático (UCD).
Larrañaga sufrió varios atentados hasta que ETA consiguió acabar con su vida. El primero tuvo lugar el 13 de abril de 1978. Aquel día, José salió a las 22:30 horas de un bar para ir a su casa, cuando miembros de un comando etarra le dispararon desde un coche robado. Fue alcanzado por tres disparos en la pierna derecha, pero sobrevivió.
Casi dos años después, el 11 de abril de 1980, volvieron a atentar contra él cuando salía de un bar y tres etarras volvieron a dispararle desde otro vehículo. Las balas le dieron en el pecho y le hirieron gravemente.
Posteriormente, Larrañaga abandonó su localidad natal y se fue a vivir a Logroño, aunque volvía a Azcoitia para visitar a su familia. En las navidades de 1984 regresó para pasar el fin de año con su familia. A las 21:20 horas salió de un bar con unos amigos cuando fue tiroteado por miembros del comando Goierri de ETA. Murió en el acto a consecuencia de seis disparos.
Fueron condenados los etarras José Antonio López Ruiz, a 30 años de prisión por el asesinato; Begoña Uzcudun Echenagusia, a 18 años de prisión mayor por complicidad; e Ignacio Bilbao Beascoechea y Miguel Ángel Gil Cervera, como autores del asesinato, a 30 años de reclusión mayor. Además, tuvieron que pagar la correspondiente indemnización a los herederos de la víctima.