Ángel García Rabadán, de 46 años, natural de la localidad murciana de Rincón de Beniscornia, estaba casado y tenía tres hijos. Su primer destino como agente fue Madrid, donde estuvo cinco años en la 11 Bandera Móvil. En 1974 consiguió su traslado a Murcia, su tierra de origen y en 1989 fue condecorado por su arriesgada actuación en un incendio en Murcia, en el que salvó la vida de dos niños.
El 10 de febrero de 1992, a medianoche, un etarra informó sobre la colocación de un coche-bomba frente a la Comandancia del Instituto Armado, en la calle Diego Rodríguez de Almena. Rápidamente se dio aviso al Cuerpo Nacional de Policía. A las 12:30 horas los agentes Ángel García Rabadán y Antonio Peñalver Pérez llegaron al lugar citado. Cuando Ángel se acercó a examinar el vehículo que contenía la bomba, el etarra José Luis Urrusolo Sistiaga accionó el artefacto explosivo a distancia. El policía murió en el acto.
Tras fallecer, le nombraron hijo predilecto de la ciudad. Fue enterrado en el cementerio murciano de Nuestro Padre Jesús. Cuatro días después, unas 50.000 personas se manifestaron en Murcia para protestar en silencio contra el terrorismo de ETA, bajo el lema: “La región de Murcia por la paz y contra el terrorismo”. A título póstumo se le otorgó la Medalla de Oro al Mérito Policial y la Cruz de Oro de la Orden del Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil.
El etarra Fernando Díez Torres fue condenado, como autor del atentado, a una pena de 30 años de reclusión mayor. Además, debía indemnizar a los herederos de Ángel.