ETA colocó en los bajos de dos vehículos de la Guardia Civil de Calviá bombas-lapa preparadas para explotar con el movimiento del vehículo. El 30 de julio de 2009, sobre las 14:00 horas, los agentes Carlos Enrique Sáenz de Tejada García y Diego Salvà Lezáun montaron en uno de esos coches y explotó cuando lo pusieron en marcha. Los dos murieron en el acto. La segunda bomba-lapa, colocada en un automóvil en desuso por avería, pudo ser detonada de forma controlada.
Carlos, de 28 años, soltero y natural de Burgos, se había incorporado como agente en prácticas al cuartel de Calvia en julio de 2008. Intentó pasar las pruebas del Cuerpo Nacional de Policía, pero finalmente se enroló en las Fuerzas Armadas. Tiempo después preparó las oposiciones para la Guardia Civil. Sus amigos le apodaron cariñosamente «el marqués», por sus apellidos compuestos.
Cientos de burgaleses asistieron a su funeral, cuya liturgia concluyó con un prolongado y cerrado aplauso de los asistentes.
Véase también Diego Salvà Lezáun.
El guardia civil Diego Salvà Lezáun, de 27 años, sobrevivió a un accidente de motocicleta que le dejó en coma 23 días. Al recuperar la conciencia, Salvà tuvo que aprender de nuevo todo desde cero, y tras meses de una dura recuperación, justo el día en que volvía al trabajo, ETA lo asesinó, junto a su compañero Carlos Enrique Sáenz de Tejada García, con una bomba-lapa adosada a los bajos del coche oficial que acababan de arrancar. Ocurrió el 30 de julio de 2009.
Diego, que nació en Pamplona, era el segundo de siete hermanos y su familia era muy conocida en Palma de Mallorca. Tenía novia desde hacía seis años. Diego y Carlos fueron homenajeados por el Ayuntamiento de Calviá el 5 de diciembre de 2009, concediéndoles a título póstumo la Medalla de Oro de Calviá, localidad que puso sus nombres a dos calles del municipio.
Véase también Carlos Enrique Sáenz de Tejada García.